Y quise que entre el viento se agitaran
en el condescendiente adiós tus manos.
Aquellas mismas que me acariciaran
sin la voluntad de un día olvidarnos.
Pero ya todo me resulta en vano
para volver aún la oportunidad
de volver siquiera a intentarlo
por serme inútil ... por no poderse más.
Adiós, Primavera de muchas flores.
Si en el ocaso de tu claro esplendor
resultas ser otoño, como en mi agonía,
fue mejor que ahora te dijera adiós.
Sea pues ahora nuestro anunciado adiós
tan oportuno en nuestra despedida.
Si fuiste en mi vida todo lo mejor
ya serás otoño de hojas caídas.
M