En una tienda de cualquier calle, de mi tiznada ciudad,
un niñito andrajoso, casi desnudo, se acerca a una alta vitrina,
a contemplar con lastimosa mirada, un pastel apetitoso, y
empinándose para ser visto, pregunta con temor: -¿Cuánto cuesta
ese pastel?- Y una voz indolente le contesta: -En la pizarra está
el precio.- Y el pequeño que no sabe leer, todo ojos, todo tristeza,
mira en derredor suyo, como buscando quien sabe qué.
Luego saca de sus mugrosos bolsillos, una moneda, una sola moneda
de un sol: S/.1.00...y pregunta otra vez: -¿Cuánto cuesta ese pastel? -
Y una voz impaciente le responde: -Cinco soles, muchacho, cinco
soles. S/.5.00 - Y el pobre niño apretando en su mano su única
moneda de un sol, S/.1.00, se aleja cabizbajo hacia la calle, a sentarse
en el dintel de alguna puerta, como si le pesaran demasiado los ocho
años que lleva sobre su piel.
En la oscura avenida, la gente va y viene, distraída; los omnibuses echan
su estela de veneno al pasar; y el vendedor de revistas se dispone a cerrar
su puesto. Pero el chiquillo inadvertido para todos, se acurruca en una
puerta de la noche, con hambre y sin niñez.
Apretado en su rincón, está llorando, aún tiene en su puño cerrado, la
moneda de un sol, S/.1.00 - Pasan bromeando los estudiantes. Los
cansados obreros regresan a sus hogares, mientras las bocinas se remedan.
Ruedan las colillas de cigarro, empujadas por el frío viento; un borracho
solitario, se tambalea en una esquina, entre luces de avisos que
parpadean. Pero nadie ha visto al pequeño vagabundo, que no conoce
mesa, ni cama, ni madre; y ahora ha dejado de llorar para dormirse
con su hambre.
Ingrid Zetterberg
Dedicado a los niños pobres de la ciudad de Lima
De mi poemario:
\"Jardines de antaño\"
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