Una noche de café, charlas
y palabras incrustadas
en nostalgia y jugadas
del destino nos invitó amable
a hundir nuestros pies sobre charcas
que la lluvia pretérita dejaba
sobre la calle entrañable
de nuestra cuadra…
Mojándonos en proximidad alada
sin advertir detalle
Al saltar por los fríos caudales
jugamos con piedras remolineadas...
La brizna trasnochada
nos infiltraba por la piel mojada
y la luna nos envolvía con su cara
Esmaltada…
El techo nos cubría de su estrellada
celeste Manta
y así se mostraba la vista apasionada
plagando en estrellas nuestras miradas.
Titilantes nuestras caras
pintadas al borde del beso,
del roce que paralizaba
y la abrazada Pasión desenfrenada.
Más el fin de La travesía inimaginable
rapto el instante,
lloviendo una lágrima decolorada
en mi mejilla despoblada
y sombría…La luna desfondaba
se escondía tras la nube que negreaba
al ver morir nuestras veladas
y aquel fuerte sentir que esa imantada
noche quebraba.
Me acerqué a la inmóvil charca
para ver si no era pesadilla Fatal
su palabra….
quizás mis oídos eran
ciega ofuscación, quizás verdadera
no era su voz parlanchina …Y una estrella
quise atrapar y encender la escena
pero fugaz era…
Desapareció en su cuesta
de entre mi entumecida mirada…
mientas la noche era robada
por la cruda tiniebla…
Tiniebla era verlo en su veloz huida
como pantera negra
gritando en la calle callada…
¡No te enamores de mi, amiga bella!
Mariana Gutiérrez, agosto 2018.