En medio de esta gran tempestad,
Que los vientos de egoísmo han formado,
Me arrojan inclementes y sin piedad,
A oscuro y lejano horizonte zozobrado.
Tropiezo y caigo, no diviso el faro de tu luz.
Crepúsculo que opaca en mi desesperación,
Niebla que amenaza con disipar el arcaduz
Canal nítido de amor, alabanza y oblación.
Y ante interminable noche de fe que vivo,
La tormenta de culpa, me lanza y ahoga.
Empañada de niebla el alma suspira y boga,
Y devora la poca esperanza que concibo.
Y ahí, entre todos los que contritos reman,
Tratando de vislumbrar la otra orilla,
Resuena tu voz Señor,!Oh maravilla!
Enarbolando gozoso, los albores que llegan.
Y vienes a nosotros, entre las aguas caminando.
y las brumas del miedo, tristeza y dudas, se alejan.
Tus brazos se extienden, el abrazo esperando.
Sonriendo nos saludas y dices. !No teman!