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**~La Casona - Parte IX - Novela Corta~**

Susy está en contacto con su familia en la ciudad y espera volver a reencontrarse con ellos lo antes posible. Susy y Gregorio están de acuerdo en marcharse hacia la ciudad cuando se unan en matrimonio. Susy no sabe que Gregorio que Gregorio envía cartas de amor a Sara, Susy es una muchacha dócil y generosa, pero tiene un carácter fuerte, si Gregorio le cuenta que antes de ella existió otra mujer no se lo perdonará. Susy cree en el amor ciegamente y una traición no la aceptará. Una tarde otoñal y calurosa, Susy vá a visitar a Gregorio al apartamento de éste sin avisar y lo encuentra escribiendo cartas, toma una y la lee rápidamente:

 

“Querida amiga del alma, Sara:


Te escribo estas cortas palabras para saber como estás. No he recibido ninguna correspondencia de parte tuya. Es para contarte que le propuse matrimonio a mi novia Susy y rechazó la propuesta por medio de enfrentarse a su familia y decir que tiene un noviazgo conmigo. No sé qué le pasa, a veces pienso que no me quiere lo suficiente como para unir su vida a la mía. Sara, antes yo deseaba casarme contigo y formalizar una familia como Dios manda, pero luego encontré a Susy, mi prometida, y todo cambió en mi vida, la quiero tanto, pero tanto que la deseo más de la cuenta, mucho más que cuando te deseaba a tí. Espero que me puedas responder esta carta, ya te he enviado unas cuantas y no recibo contestación de las mismas. Saludos, un beso.

 

Atentamente,

Gregorio”


Susy se pone frenética, es pasiva pero cuando la engañan no puede aguantar el dolor tan grande que siente. Susy se sienta en el sofá en la sala pequeña, al igual que todo el apartamento y llora de la rabia, del impulso impotente que siente al saber que todo este tiempo juntos Gregorio toca sus manos y trata de explicar toda la situación que ella no entiende, pero la muchacha se levanta y dice, “no quiero escuchar más mentiras”y se retira llorando del apartamento. Gregorio se queda en silencio, tranquilo y sosegado, porque su corazón palpita y sabe que ella estará bien, que entenderá y comprenderá toda esa confusión.

Por lo tanto, Juan se encuentra en el despacho de la Casona y por casualidad abre el cajón del buró y encuentra las cartas de Sara, entrelazadas con un cordón de color blanco. Juan no sabe de quién son esas cartas que tiene en sus manos y decide leer esas cartas. Mientras que lee, su impresión en su rostro es de asombro y espanto al saber que son cartas de un amigo de Sara, no son cartas de amor como las que ella recibía al principio, son cartas de un confidente que habla de una mujer llamada Susy. Juan no se imagina que ésa Susy es la mejor amiga de Susana y se pregunta, “¿quién es Gregorio?”. Gregorio, el hombre que le envía cartas a Sara, su cuñada y esposa de su hermano mayor Eduardo. Juan no sabe responder ante ésta situación por la que ha sorprendido a Sara escondiendo cartas a Eduardo en un cajón. Juan se dirige hacia el buró, cierra nuevamente las cartas y las deja sin que nadie sospeche que alguien las leyó. Juan se tropieza con Sara de camino hacia su habitación y ésta le pregunta, “¿qué te ocurre?” y Juan nervioso por lo inesperado le dice, “nada, no pasa nada” y se retira hacia el dormitorio. Encerrado, Juan piensa qué hacer con la información que sabe, piensa en contar la verdad a Eduardo y que descubra el engaño de su mujer con otro hombre o callar para que nunca se sepa la verdad. Juan es un adolescente que no sabe guardar secretos y sabe que algún día por indiscreción puede que le cuente la verdad a su hermano. Juan se recuesta en su cama, mientras que piensa y piensa qué hacer, queda dormido.

Sara vá de visita a la finca de su padre Severiano y se topa con que ha recibido una carta certificada de urgencia por parte de Gregorio. Ésta última carta es la que leyó Susy en el apartamento de Gregorio. Sara, la lee en la habitación donde ella solía dormir cuando era soltera la carta tiene una posdata en la cual le dice, “Susy sabe de la existencia de estas cartas entre tú y yo, y se marchó de éste apartamento dolida por esta situación, contéstame lo antes posible, gracias”. Sara se dispone a escribir cuando es sorprendida por su padre. Sara no sabe qué decir y le confiesa con voz temblorosa todo lo que ocurre con Gregorio. Severiano sólo le dice, que diga toda la verdad a Eduardo antes de que se entere de la situación por otros. Sara hace caso omiso de lo que le dijo su padre y continúa ocultando la verdad a su marido. Sara escribe la carta y se marcha del lugar. Cuando Sara llega a la Casona, se encuentra con Susy que llora desconsolada en la sala, Sara descubre que ésa Susy de la cuál le habla en las cartas Gregorio es la misma amiga de Susana. Sara trata de consolar a la chica, pero Susy le pide, que la deje a solas con su pena.

La Tïa Violeta lleva tres semanas conviviendo en la Casona junto a Doña Petra, sus hijos y Susy. La Tía Violeta con su esposo deciden transitar por los alrededores de la Casona y observan a las caballerizas en buen estado al igual que a los caballos que moran en el establo. La Tía Violeta decide dar comida a los potros más jóvenes que se encuentran en el establo y observa que uno de ellos está enfermo. La Tía Violeta se dirige  en busca del veterinario del pueblo para ayudar y mejorar la salud de éste. Ella, llega con el doctor, atiende al potro y el diagnóstico es inflamación en los intestinos y parásitos en el corazón. El doctor receta lo correcto y práctico en éstos casos y le expresa a la Tía Violeta que pronto habrá mejoría en la salud de éste potro. La Tía Violeta y su esposo se confunden en un abrazo por ofrecer la ayuda necesaria para el bienestar del potro. Los dos se disponen a entrar a la Casona, para indicar que marchan para la ciudad y se encuentran con Juan en el pasillo. Juan un poco despistado por la verdad que sabe acerca de Sara y las cartas, sale apresurado de la Casona, para buscar a su amigo Timoteo y contar esta verdad que lo saca de ritmo. Juan y Timoteo deciden verse en la heladería y se expresan uno al otro la verdad, uno, que sabe de las cartas escondidas que recibe Sara de un extraño hombre y el otro, que Susana tiene una relación sentimental oculta. Los dos se apresuran en llegar a la Casona para contar sus verdades a Eduardo y a Doña Petra, pero algo los detiene. Ambos jóvenes se dirigen hacia el jardín y deciden esperar por el momento antes de cometer una locura.

Gregorio desesperado por saber del estado de ánimo de Susy, se acerca por la Casona y se encuentra con Timoteo. Los dos no saben nada de quién es quién en la vida de la familia de la Casona, que Timoteo es amigo de Juan el hermano menor de Susana y Gregorio es el verdadero amor de Susy, la amiga de Susana. Gregorio hace un intento por dialogar sobre su eterno amor Susy y saber como está ella, al conversar con Timoteo le pregunta si conoce a Susy, Timoteo se extraña al ver a ése hombre alto y maduro preguntando por la muchacha y le contesta, “sí”. Enseguida le pregunta, “¿como está ella?”, y Timoteo le contesta, “no sé nada de ella”, Gregorio se entristece al no tener información sobre Susy y le entrega una carta a Timoteo para que se la entregue a la muchacha y le recalca, “exclusivamente a ella”. Timoteo desea averiguar más a fondo de quién es éste tipo que busca a Susy y decide leer la carta misteriosa. Gregorio en la carta, le expresa que lo perdone y le hace una larga explicación sobre la relación con Sara, desde su comienzo hasta que finalizó cuando la conoció a ella. Timoteo se da cuenta que ése hombre es el que escribe cartas a escondidas de Eduardo a Sara. Timoteo corre rápido y llega hasta Juan en el colegio y también, lee la preciosa carta de amor sobre el perdón de Gregorio. Los dos saben la verdad sobre ése hombre que le escribe a Sara y que es el amor de Susy y que ella también está enamorada al igual que Susana. Juan y Timoteo se dirigen hacia la heladería y conversan qué harán con toda esa verdad que los incluye y los atañe. Ambos muchachos deciden confrontar a toda la familia en alguna tarde para la cena cuando todos están en la Casona. Mientras tanto le llega la carta de Gregorio a manos de Susy, ésta no perdona tal engaño y dice, “es una frustración amorosa”. Eduardo está en el taller de Don José trabajando como de costumbre y recibe la visita inesperada de su hermano Juan. Éste joven, desea que Eduardo descubra toda la verdad por sí mismo y no sabe cómo comenzar el diálogo para que su hermano sepa de lo que le está ocultando su mujer en la Casona. Juan ha tenido tanto rodeo para comunicarse con su hermano y contarle toda la verdad. Pero dice, “basta”, y vá directo hacia Eduardo y dice, “Eduardo, tu mujer te está engañando con Gregorio”. Juan se retira del lugar, dejando a Eduardo pasmado y atónito con lo que acaba de saber. Eduardo se deprime y vá en busca de la verdad. Eduardo llega a la Casona y se encuentra a Arturo en el recibidor. Arturo le dice, “Eduardo deseo hablar contigo sobre un asunto que nos involucra a ambos”, Eduardo sorprendido por la noticia acepta. Arturo comienza a dialogar mientras que Eduardo escucha distraído, el caballero empieza, “hace exactamente 21 años, la edad que tú tienes, yo conocí a una maravillosa mujer, con ella tuve una relación amorosa y de ésa relación tuvimos un hijo. Nuestra vida juntos no funcionó porque el padre de ésta mujer era intolerable y no permitía que su hija tuviera una relación con un hombre como yo. Esa relación continúo pocos años después, cuando supe de la existencia de un hijo y pude mantener el hogar para que ellos pudieran subsistir”. Eduardo está apartado totalmente de lo que le expresa Arturo y continúa la conversación, “y ésa mujer es… es… Doña Petra”, Eduardo escucha el nombre de su madre y abre los ojos y dice, “¿qué?”. Eduardo no puede creer lo que está escuchando y le dice, “mi madre, usted…”. Arturo detiene sus palabras y dice, “sí, hijo, tu verdadero padre soy yo”. Eduardo no responde nada y se retira del lugar.


Eduardo abatido por descubrir dos verdades que le rompieron el alma y el corazón, sale de la Casona avergonzado y apenado con un sufrimiento muy profundo dentro de sí. Al saber que su esposa lo engaña con otro hombre a escondidas y que su madre le ocultó que tuvo un desliz con Arturo, el supuesto amigo del padre de éste, el cual no es el padre biológico. Eduardo se siente destrozado y destruido por su madre y esposa. Eduardo sólo vaga por los alrededores de la Casona en busca de una explicación al suceso que acaba de ocurrir en su vida. Eduardo penetra a un lugar llamado El Oasis Nocturno, un bar cerca de la avenida central, en dirección hacia la ciudad. El Oasis Nocturno es un lugar apartado que funciona eficazmente junto a mujeres y hombres que se divierten y toman un par de tragos. Eduardo aniquilado y arruinado por completo por estas dos verdades entra a este lugar. El bar esta oscuro, sólo hay pocas luces que apuntan hacia varias mujeres que se encuentran bailando en el centro del sitio. Eduardo se dispone a sentarse en una mesa redonda y se toma una copa de licor bien fuerte. Pasan dos horas exactamente y Eduardo está ebrio al máximo que se tomó varias botellas de ese licor. Las luces en el lugar apuntan hacia una mujer que acostumbra frecuentar ese bar. Eduardo está completamente ebrio y conoce a ésta chica de nombre Flor, la cual lo invita a beber y a beber más. Flor es una mujer esbelta, delgada, alta, de 35 años, que por destino la llevó a este lugar por voluntad propia al fracasar en el amor. Eduardo le expresa a Flor sus intimidades al descubrir la verdad y expone sus sentimientos de ira y de dolor hacia éstas dos mujeres que le causaron la gran tristeza de su vida. Flor no tiene sentimientos, sólo la soledad y el pesimismo por caer a fondo en un lugar como ese. Eduardo se queda dormido en el bar, en la mañana despierta al lado de ésta mujer y se sorprende al verla casi desnuda junto a él. Eduardo camina por el lugar hasta que alguien le dice, “estás en El Oasis Nocturno, caballero”. Eduardo con dolor de cabeza por los tragos que se tomó se dirige hacia las afueras de éste bar y observa algunas parejas que se abrazan por el lugar. Eduardo decide marcharse hacia la Casona y cuando entra en ella, se encuentra a todos preocupados por él. Eduardo con una mirada de odio y rencor hacia Sara y Doña Petra, le expresa a todos, “acabo de descubrir dos verdades que le causaron gran daño a mi corazón”. Eduardo, ya no es aquél joven dócil, y apaciguo de antes, ahora es un hombre de palabra y de un carácter fuerte. Dice, “mi mujer me engaña con Gregorio y mi madre me ocultó que mi verdadero padre es Arturo”. Doña Petra dá un grito de sorpresa al escuchar éstas palabras de su hijo predilecto, Susana no se sorprende, ya que ella sabía de las dos verdades y Juan queda en silencio al escuchar que no es hijo legítimo de Segoviano. Dorotea por su parte, mira a Sara con dudas al escuchar que engaña a Eduardo con otro. Arturo trata de consolar a su hijo, pero éste lo rechaza. Sara intenta corregir el conflicto entre ella y su esposo y Doña Petra que desea dialogar con él, pero Eduardo se los impide. Eduardo decide firmemente en retirarse de la Casona y se marcha a un apartamento.

Doña Petra está destruida y frustrada, una, por ocultarle la verdad desde que nació a su primer hijo y, otra, al sentir decepción por no saber ser madre. Doña Petra está con Arturo y éste le confiesa que fue él quien le dijo toda la verdad a su hijo porque desea que Eduardo lo quiera y lo enaltezca como padre. Arturo se siente incómodo con tal situación y decide ofrecer su ayuda para cualquier circunstancia que se presente en la Casona y se marcha. Doña Petra queda asolada y acompañada por Dorotea que la consuela diciendo, “el conflicto se solucionará”. Al otro día, Dorotea que sabe con exactitud toda la verdad, vá en busca de Eduardo para que él sepa la historia por ella. Dorotea busca y busca en todos los apartamentos donde están ubicados en la avenida, hasta que halla a Eduardo en uno pequeño, pero el más pequeño estudio ubicado en la zona. Eduardo, que es mecánico de profesión, se encuentra abatido y desesperado con la misma fuerza que ama a su madre y esposa. Eduardo dialoga y escucha toda la verdad de boca de Dorotea, pero aún así no siente perdón hacia éstas dos mujeres que lo engañaron de esa manera. Eduardo continuará su labor en el taller de Don José, mientras espera la llegada de su hija para poder enviar su manutención y radica a toda prisa el divorcio contra Sara, porque él no perdona una infidelidad por parte de su mujer.

Por otro lado, Sara se encuentra en la habitación sufriendo y llorando el abandono de Eduardo. Sara en su amargura siente unas contracciones en su vientre por la pena de que su marido descubriera la verdad y le tramita el divorcio por infidelidad. La familia de la Casona lleva de urgencia a Sara al hospital a punto de alumbrar a la niña. Sara se encuentra bien en su estado, pero lo que le hace dar a luz es la falta de su esposo Eduardo. Sara llama inconscientemente a su esposo, pero éste no llega. Cuando se dispone a llegar, Sara, trae al mundo a una preciosa niña y éste siente una corazonada en su pecho y les dice a la familia de la Casona, “mi hija nació”. Eduardo está feliz con la llegada de su hija, pero no llega a hablar palabra con Sara, sólo se dirige hacia donde está la niña y la observa con ojos llorosos. Sara en su intento por reconquistar a Eduardo, le urge dialogar con él y contarle toda la verdad de que Gregorio es un ex-compañero de ella y no su amante, como le han hecho creer. Eduardo, aunque  más lo llama su corazón que es su mente no desea conversar con Sara sobre el asunto y no intercambian palabra.

 

Continuará………………………………………………………………………………