Mil y un hojas viajan
Radiantes, húmedas y danzantes
Al compás de ésta refrescante brisa.
Vuelan libres
Sin nada que temer,
Más que la propia espera
De caer en tus manos.
Ellas se liberan
¡Son felices!
Regocijan entre las ramas
De un arbol perenne,
Contemplando innocentes
el delicado florecer
de las azaleas,
Y recorriendo agonícas
Éste único desvelo...
Que me abraza.
(Como las manos
que nunca olvidaré)