Ecos de tu voz como la sinfonía matinal
cayendo entre manantiales y cristales de las colinas,
sin que hables te escucho y callando vuelvo a escucharte,
sonidos de tu alma, breves, fugaces, errantes,
ha secado los ríos de mis espejos rotos.
Sinapsis abiertas a los gritos del viento y creer que me hablas,
mis oídos cual faroles atentos alumbrar en tu llegada voz de seda,
inspirado el vacío fijo al horizonte
que imita la réplica sonora de tu voz,
aficcionada adicción de arrullarme en tu eco silente y ruidoso.
Reencontrarnos con el ayer es vivir escenas de romance,
las estrellas nos miraban con sus mimos de miel,
y en su cuerpo de plata nos encerraba con cercos, nupciales,
¡ay florecida alma de tu ser, eco de mi pecho!
tu amor cual ondas encendidas prendes en mi.
Miré con los ojos madrugados,
vi el eco de nuestro amor
cuando mi boca escuchaba el silencio de tus labios,
tus besos saben a pasión y primaveras,
aun quiero aprisionar la extensión de tu boca
en la geografía de mis labios aún cuando sonrío en tu voz.
Dentro de mis adentros entre trinos tristes de aves
tu fuego ha quebrado el desaliento,
cual raíces marchitas fundidas en la arena
ha muerto la inclemente soledad en sus leves hebras,
y cuando olvido que existes recuerdo el olvido que quise olvidar.