¡Con lágrimas de mis ojos
trazo aquí este lamento, para con ello
daros prueba del amor a que obedece!
Las Mil Noches y Una Noche
No es posible ser impía
y amante de Pericles a la misma hora.
Tanto talento y belleza deben ser cuidados
aun en el siglo del hijo de Jantipo.
Afortunadamente,
las lágrimas y ruegos del orador
consiguieron disuadir al enemigo.
No hay que olvidar
que la guerra del Peloponeso
también se libró bajo las sábanas.