Sintiéndose preparada
para recortar el viento,
quiso abandonar el nido
la gaviota antes de tiempo.
Su madre intentó frenarla
dándole buenos consejos,
mas ella hizo caso omiso
de advertencias y de ejemplos.
Nada pudo contener
aquel corazón intrépido
que ansiaba hacer realidad
la elevación de sus sueños.
Cuando el mar estuvo en calma
dio por sentado que el cielo
llenaba todo lo azul
y abrió sus alas sin miedo
para lanzarse imprudente
al fatídico descenso
mientras el acantilado
la despidió con un beso,
deseándole un reducido
y rápido sufrimiento.