Danny McGee

ME ROBASTE.

Me robaste.

Me robaste, una tarde, un beso... y esa noche buscó mil astros para vernos en un abrazo. Nos abrazamos... y las horas construyeron un silencio de sudores que humedecieron nuestros cuerpos. Aun no sé si fue la noche o si fue el calor de un beso quien allí alzó un horizonte.

Me robaste, esa noche, un sueño... y el sueño quedó desnudo entre cuatro y mudos muros. Nos miramos... nos dijimos tantas cosas y ni oímos lo que hablamos. Lo confieso: tal vez la borrachera que provocan tantos besos fue la artífice del fuego.

Me robaste, esa vez, el verso... y todo en la poesía se hizo fuego, mar y viento. Nos amamos... y desde esa vez la dicha fue condena de por vida, en el fuego de mis manos, en el mar de tus pupilas y en el viento que dan besos en la hora ennegrecida.

Me robaste, en la vida, el orbe... y hoy me robas las palabras que a cada instante buscan tu nombre. Me robas hasta los sueños, aparte del corazón que más bien te lo obsequié y no fue robado: fue un regalo que envolví con tu amor sobre mis labios.

A Claudia Jara.