Es sábado. Susana está tranquila y confiada en que Timoteo no dirá a Doña Petra que tiene un amor a escondidas. Los problemas en la Casona han ido apaciguando, mientras que la joven decide dar un paseo a caballo. Ésta vez se dirige en busca de su hermano Eduardo al taller de Don José. Susana sólo desea que se reconcilie con Doña Petra y perdone a su esposa por el mal entendido que existe entre ambos. Susana no le expresa a su hermano la relación verdadera entre Gregorio y Sara. Eduardo, no sospecha ni tiene idea de que la relación por carta entre Sara y Gregorio es de amigos y no lo que él piensa. Sara está en el hospital y pronto saldrá con la niña en brazos y para ese momento Eduardo no estará presente. Susana, en calidad de hermana le expresa, “tienes que buscar por tí mismo la verdad y no dejes que nadie se interponga entre ustedes”, esa es la solución que Susana da para poner fin a este asunto de divorcio. Mientras que, Doña Petra en la Casona está con Arturo y los dos deciden hablar directamente con su hijo. Eduardo continúa en el taller laborando y también recibe la visita inesperada de Doña Petra y Arturo para conversar sobre lo acontecido. Doña Petra le implora perdón a su hijo por ocultar la verdad por tantos años y éste con lágrimas en sus ojos la perdona diciendo, “madre, perdono que me hayas ocultado una verdad que me correspondía saber desde desde que nací, pero no me pidas que olvide todos estos años creyendo en un padre que no era el verdadero y a Arturo, no me pida que lo quiera en estos momentos porque no estoy preparado para ello, que me de tiempo para comprender que ahora tengo un padre”. Doña Petra y Arturo salen airosos de la situación y confían en que su hijo los entenderá y sentirá el mismo amor por los dos.
La salud de Doña Petra ha ido mermando y decayendo al pasar el tiempo. Doña Petra, ya no es aquella muchacha que solía correr a orillas de la playa acompañada por Arturo. Doña Petra ha sufrido los embates de la vida y al criar a sus tres hijos, ha sufrido lo que se sufre por un hijo con desavenencia y aciertos a través de la continuidad de la vida. Doña Petra desea desea que sus hijos sean propulsores de la felicidad y que se encamine en el buen legado que su padre les inculcó. La gran señora de la Casona, se encuentra esta vez cocinando un pastel que será motivo de la alegría que los embarga por el regreso inesperado de Eduardo a la Casona. Todos allí, preparan las cosas más importantes que servirán de festejo para la bienvenida triunfal de Eduardo, nuevamente en la Casona. Doña Petra sufre un mareo, pero continúa con la faena para el agasajo de su hijo en la Casona. Mientras que, Juan y Susana preparan a la Casona con adornos y serpentina para la gran fiesta por el retorno de su medio hermano Eduardo. Sara se encuentra en la Casona con la niña, la cual será una fiesta doble por el regreso y por la llegada de la niña a la Casona. Y así es, todo una algarabía en la Casona por el regreso de Eduardo. Todos están presentes para la fiesta con motivo del regreso sorprendente de uno de los hijos de Doña Petra a la Casona. La Casona está de fiesta, han disfrutado y gozado al máximo, como nunca antes visto y sentido en el hogar más unido del pueblo. Doña Petra ataviada con un vestido de flores de diferentes colores y en su cabeza adornada con una flor grande al lado derecho de su cabeza, se dispone a servir refrescos para los invitados, allí presentes. Susana está con Sara que se dirige hacia la habitación para cambiar el pañal a la niña. Juan y Timoteo se divierten al tirar serpentina por toda la Casona. Arturo dialoga con Eduardo sobre su carrera como mecánico automotriz, mientras que hay señal de que Eduardo está aprendiendo a querer a Arturo. Doña Petra, esta vez, los observa con mirada compasiva a padre e hijo porque se tienen que amar por fuerza, voluntad y porque la sangre llama. Por último, Doña Petra, y Dorotea atienden algunos invitados más cercanos de la familia. Así, finaliza esta reunión en la Casona, una actividad de corta duración pero de una relación unida entre sus habitantes.
Pasa el tiempo, ya Susana ha cumplido la mayoría de edad y lo que desea en esos momentos es casarse con su amado Pedro y vivir toda una vida a plenitud junto a él. Susana y Pedro se reencuentran en el río y esta vez decide casarse a escondidas de Doña Petra y toda su familia. Ellos planean el casamiento en el famoso río, ellos dicen que ahí van las parejas para que ese río guarde lo más fieles secretos e intimidades que afloran de ellos. Susana y Pedro se besan apasionadamente, mientras que los dos salen a toda prisa del lugar para los preparativos del próximo casamiento. Los testigos son Tomás y Luisa. En el río se encontrarán Susana y Pedro, los testigos, Dios y su inmenso amor que porfiará hasta el fin de sus vidas. Susana se dispone a comprar su ajuar en una tienda que se dedica a confeccionar trajes de novia y se decide por uno bonito y económico e invita a Tomás y Luisa para que formen parte de esta locura que será trascendental en sus vidas. Pedro hace lo propio con su traje de esmoquin. Ya es sábado, una tarde en el mes de mayo, se consume el matrimonio entre la unión de Susana y Pedro. El padre del pueblo no dirá nada a nadie y mucho menos a Doña Petra por estar de acuerdo con esta unión. El padre bendecirá este amor con toda la ayuda y fuerza de Dios para que sea una unión estable y perdurable. Comienza la ceremonia,, bendice a la pareja, los testigos firman, y se dan el beso que simboliza unión y amor para toda la vida, festejan y cada uno se retira a su hogar. Susana y Pedro se miran tiernamente al entrar al apartamento de éste. Pedro, toma de la mano a su esposa y la lleva a la habitación junto a la cama. Susana inocentemente se quita el vestido de novia y Pedro hace lo mismo con su esmoquin. Por un minuto los dos se observan uno al otro desnudos, sus cuerpos se acercan y se besan, exactamente el mismo beso que los unió y donde por primera vez Susana sintió el verdadero amor. Los dos se aman y se aman tanto que la noche se ilumina con estrellas y la luz de la luna brilla aún más con tanta intensidad que los dos quedan exhaustos y completamente complacidos con el amor. Susana está feliz y contenta con el amor tan suave y tierno que le brinda su amado Pedro. Ahora, Susana duerme entre los brazos fuertes y cálidos de Pedro y no está preocupada por lo que pueda pensar o decir Doña Petra. Es otro día, en la vida de Susana, Pedro le hace un rico y nutritivo desayuno a su mujer, mientras que Susana piensa en qué dirá su madre cuando descubra que no durmió la noche en la Casona.
Es domingo, y como es costumbre en la Casona ir a misa. Todos esperan en el recibidor a Susana. Dorotea sabe que la muchacha no durmió toda la noche en la Casona y se lo expresa a Doña Petra. La madre, preocupada por lo ocurrido le insiste a Dorotea que investigue el por qué Susana no se encuentra en la mañana del domingo sagrado y dedicado a Dios en la Casona. Todos se marchan hacia la iglesia y Susana entra a la Casona a recoger cosas de ella para vivir a escondidas con Pedro en el apartamento. Susana, lleva ropa, zapatos, carteras, bulto escolar y lo más importante, el diario. Susana se dirige hacia el apartamento con sus pertenencias, olvida por un instante las enseñanzas que le dió su padre Segoviano y Doña Petra, incluso la enseñanza de la iglesia. Susana sólo desea ser feliz al lado del hombre que ama y procura que su felicidad sea duradera. Susana entra al apartamento y se encuentra con su amado Pedro, él la ayuda caballerosamente con la mudanza, mientras que le dá un beso que la deja anonadada y sorpresivamente es correspondido de igual forma. Los dos intercambian palabra y miradas que insinúan nuevamente compartir la cama como símbolo del amor existente entre dos seres que se aman tanto que quedan extasiados y consumidos por el amor puro y verdadero. Los dos dialogan y están de acuerdo en decir la verdad a Doña Petra lo más pronto posible para que acepte la unión y el amor de ambos. Susana se alegra de la decisión que tomó al casarse con Pedro a escondidas y acertó, porque siente que ése amor la llevará por el camino de lo imaginario como un sueño hecho realidad.
Todos descansan en la Casona, mientras que Sara y Eduardo no median palabra alguna sino se trata de la niña. Llega Susana con Pedro a la Casona. Doña Petra le exige a su hija que responda por qué no durmió la noche en la Casona. Susana calla por un momento, mira fijamente a su madre a los ojos y le reprocha por tanto silencio el desamor hacia ella. Susana le reprocha por tanta intransigencia al no permitir que ella tuviera las mismas libertades que otras muchachas de la misma edad de ella. Susana, le reprocha por no permitir que ella tuviera pretendientes, novios, salir de noche y ser una joven feliz que viva día a día su vida con desavenencias, aciertos, fracasos, éxitos, desamores, tener experiencia propia al caminar por los senderos de la vida y vivir a plenitud una vida que al llegar a la vejez se sienta complacida y satisfecha con lo que pudo o no pudo realizar en su vida. Susana le expresa a Doña Petra, “me casé en secreto con Pedro, amo, quiero y cuidaré éste amor con todas las fuerzas de mi alma para que pueda subsistir ante la adversidad y prometo que llegaré a ser la mujer, esposa y madre que Dios quiera que sea”. Doña Petra calla, vé y siente la madurez que ha adquirido su hija a temprana edad por vivir una vida a escondidas y mentiras. Doña Petra siente una punzada muy fuerte en su corazón y cae al suelo desplomándose de dolor y sufrimiento por no poder soportar que su hija, la única hembra que Dios le dió, la engañara ocultando tener una relación la cual llegó al matrimonio. Todos allí presentes observan la caída de la señora de la Casona, Doña Petra.
Todos no se imaginan que su única hija le llegara a causar tan grande dolor en su corazón, el cual no pudo resistir. Todos se congregan junto al cuerpo moribundo de Doña Petra, Susana implorando perdón por lo que le acaba de decir y hacer, sólo sale de los labios de Doña Petra, “Te amo hija, perdóname” y expira su cuerpo. Susana, llora atormentada sobre el cadáver de su madre y Pedro la consuela.
Hace minutos que Doña Petra falleció, Eduardo, Susana y Juan lloran afligidos y tristes por la muerte de su progenitora. En el funeral se encuentra Doña Petra en capilla ardiente junto a sus hijos y demás familiares para darle el último adiós a la gran señora de la Casona. Arturo recuerda cuando eran jóvenes y ella solía reír tanto por cualquier situación aunque pareciera dura e intolerable. Arturo evoca recuerdos cuando los dos se escaparon una noche y concibieron a Eduardo. Los dos estaban dispuestos a enfrentar al mundo si era necesario con tal de permanecer juntos el resto de la vida, pero la vida y el destino les jugó una mala jugada y se separaron hasta que Eduardo tenía diez años, luego continúo la relación de amigos por el bienestar del niño. Eduardo escucha en silencio a su padre y le expresa, “seré el mejor padre del mundo con mi hija, como lo eres tú”. Éstas palabras llegan al fondo del corazón de Arturo y se confunden en un cálido abrazo, como si Doña Petra los uniera desde el cielo. Dorotea triste por la muerte súbita de Doña Petra, llora sin consuelo pensando en que las dos eran como hermanas. Susana, frente al féretro llora amargamente y ruega por el perdón de su madre por haberla ofendido con tanto rencor en su corazón. Juan está pasivo, está quieto, no llora, está viendo a su madre en un ataúd, su cuerpo ya no siente, su alma está con Dios y, él se guarda todo su dolor muy dentro, tan dentro que en su interior queda el vacío de llamar a una mujer madre y es lo que más duele en el alma tener que decir adiós al único ser que le dió la vida. Todos, despiden a Doña Petra y en su morada quedan flores de las cuales ella cuidó tanto para primavera que permanecen bellas e intactas.
Los días pasan, Susana vive junto a Pedro en el apartamento. La Casona está reluciente gracias al cuidado de Dorotea. Susana, sino fuera por la muerte de su madre sería una mujer completa y feliz al vivir junto a su amado Pedro una vida de ensueño. Susana cuida de su hermano Juan; Eduardo, Sara y Dorotea de la niña. Dorotea fue la niñera de Susana y ahora vela por los cuidados de la niña de Eduardo y Sara. Todos se encuentran abatidos por la falta de Doña Petra en la Casona, pero continúan con sus gajes de oficio. Dorotea siente la nostalgia por la falta de compañía de su casi hermana Doña Petra y no puede soportar la pérdida de repente de la mujer que tanto luchó para darle lo mejor de la vida a sus tres hijos en la Casona. Es sábado y Dorotea prosigue con su faena, mientra que Sara atiende a la niña que tiene ocho meses y Eduardo la observa. Eduardo y Sara no intercambian palabra desde que él descubrió la verdad, sólo se dirigen algunas palabras con relación a la niña. Eduardo y Sara sienten en sus corazones un fuerte latido como si estremeciera a la Casona. Los dos se miran, como coqueteando, mientras que los dos cuidan de la niña. Los dos buscan una solución del por qué continúan separados, ya que el divorcio se llevó a cabo, buscan el lazo de la unión que es la niña para otorgar miradas frías que los lleve por el sendero de la pasión al sentir el profundo amor que los mortifica, los castiga y que una vez los llevó por la gradación máxima del placer. Eduardo y Sara buscan la forma correcta para saber qué ocurrió en sus vidas y forjar una nueva vida sólo con la penumbra de la soledad. Cada uno se dá cuenta por los momentos maravillosos que pasaron en la Casona y no pueden creer que hoy su relación haya menoscabado en una relación que duró tan poco tiempo. Los dos desean comenzar una nueva relación sin mentiras, sólo que reine el amor y la verdad en una relación cordial donde exista la unión permanente entre dos seres que se aman con tanta energía que sea para siempre, pero no saben como ni quién comenzará.Sara quiere comenzar el diálogo que unirá nuevamente su vida a la de Eduardo, algo le impide comenzar y es el temor por la reacción de Eduardo con aquélla situación que lo obligó a separarse de ella. Por otro lado, Eduardo también tiene el mismo deseo de empezar la conversación que acabará con la separación de ambos, algo le atraviesa en el pensamiento de que si Sara le perdonará que se haya divorciado de ella sin que le ofreciera una explicación acerca del hombre llamado Gregorio.
A su vez, Gregorio continúa sin saber nada de Susy desde que ella salió apresurada del apartamento de éste. Susy ha estado muy apenada con lo ocurrido entre Gregorio y ella. El muchacho está preocupado con la situación de la cual Susy no tiene explicación de la misma. Gregorio desea visitar a la muchacha en la Casona un viernes en la tarde. Por casualidad, éste viernes, Susana y Pedro van de salida a cenar a un pequeño restaurante localizado en la avenida que conduce hacia la ciudad e invitan a Susy. Susana y Pedro se visten glamorosos para ésta cita que por suerte será una actividad donde les dejará una sensación de complacencia al disfrutar al máximo su juventud. Susy se reencuentra con Gregorio a la salida de la Casona, cruzan sus miradas y reviven una serie de eventos en donde adquirieron con el pasar del tiempo entre ambos la experimentación del inmenso amor que los une. Susy, con pea por el engaño de Gregorio, le hace una advertencia a él, que no lo perdonará por el momento. Gregorio con pesadez en su rostro, la mira con ojos entristecidos por la inmensa dulzura que existe en su ser y estar impotente ante ésta situación la cual no está al alcance de sus manos expresarle toda la verdad por miedo a que descubra que Sara es la cuñada de Susana, a la que él escribe esas cartas. Con lágrimas en sus ojos, Gregorio se retira del lugar dejando ir a su único amor como el viento roza su cuerpo y deja la sensación de que estuvo por un momento en su piel.
La pareja de recién casados y Susy llegan al restaurante. El restaurante, muy elegante está lleno de gente refinada de la alta sociedad de la ciudad. El lugar es complejo, tiene mesas rectangulares con un mantel fino de color blanco, en el centro de la mesa tiene flores ornamentales que hacen lucir el sitio un aire de frescura y juvenil. En el extremo derecho hay una pequeña barra donde los caballeros se toman el licor de su preferencia y al mismo tiempo pueden fumar y conversar sobre negocios o asuntos importantes que atañen a la sociedad. Susana se siente extraña ante tanta distinción en un lugar en el cual ella no está acostumbrada a visitar. Pedro desea que la velada sea del agrado de las muchachas y procura en que las dos se sienten a gusto en el restaurante. En un instante, Pedro invita a bailar un bolero a Susana. La joven siente un deseo muy íntimo de besar a su esposo y sentir en su corazón aquella sensación que la dejó completamente loca y desquiciada al saborear los labios de su eterno amor en los suyos. Pues, Susana lo hace, lo besa delante de todos y sí, siente esa sensación de pureza, una pasión ardiente que la quema por dentro, que la hace sudar y explotar ése intenso amor que por vez primera sintió con él junto al río. Pedro queda atónito, pero complacido con el sabor de ése beso tan puro e inocente de la mujer que ha amado y que amará para toda la vida. Mientras tanto, Susy queda sóla y sin compañía en la mesa, observando a todos en el lugar y deseando conocer a algún muchacho que le ayude a olvidar a Gregorio. Y, sí, llega un joven, elegante y caballeroso que la invita a bailar. Susy, se siente la mujer favorecida al encontrar éste muchacho llamado Manuel, el cuál es hijo de un negociante del pueblo. Manuel es un muchacho tímido, inseguro e incapaz de ser un hombre fuerte y decidido para tomar decisiones que afecten o no su estilo de vida al poder experimentar los fracasos y aciertos que tiene la vida para con nosotros. Susy, no lo conoce, pero aprende a conocerlo hasta que los dos comienzan a salir.
Es verano, Susana y Pedro deciden mudarse a la Casona por decisión de Eduardo y Juan; entre hermanos no existe el rencor hacia Susana por haber causado la muerte a Doña Petra. Susana y Pedro están reacios a tomar la decisión de abandonar el apartamento para vivir en la Casona, pero con la ayuda de los jóvenes se adaptarán y se acostumbrarán para permanecer en ella. Es sábado en la tarde y en la Casona se mudan Susana y Pedro, los ánimos están de punta, ya que son una pareja de recién casados y como dice el dicho, “el casado, casa quiere”, pero ellos están seguros que se compenetran para formar la familia unida como Doña Petra quería. Eduardo, Juan y Sara con la niña en brazos, ayudan con los pormenores del equipaje en la Casona. Dorotea hace un delicioso y rico té frío con limón que le refresca la sed a los jóvenes, mientra que Susana charla con Sara sobre la situación entre ella y Eduardo. Sara desea que Eduardo descubra la verdad por su propia iniciativa al querer reconciliarse con ella. Susana le aconseja que actúe lo más rápido, porque puede perder a Eduardo si éste se encuentra con otra mujer. Sara queda con la duda y no desea perder jamás a su esposo y mucho menos por otra, como él la perdió a ella por culpa de las cartas de Gregorio. Sara, en su pensamiento quiere conversar con su esposo acerca de lo que ocurrió en relación de ambos, la cual llegó en divorcio, para que haya una unión permanente y estable en su relación. La joven madre no sabe cómo comenzar el diálogo que llegue a unir su vida con la de Eduardo. Sara se acerca a Eduardo y le comenta que desea hablar con él en privado y Eduardo acepta. Los dos, cada uno por su lado, se dirigen hacia el jardín a conversar y a arreglar el error y el malentendido que existe entre ambos. Sara dá vueltas en círculos por el jardín, buscando las palabras correctas para aclarar el asunto a Eduardo. Eduardo desesperado porque casi no puede dormir sin permanecer al lado de su mujer, quiere también, dilucidar lo que aconteció entre ellos. Sara comienza a explicar y le dice, “Eduardo deseo aclarar toda duda que te hizo actuar de la manera incorrecta al separarte de mí y luego divorciarte, sin saber la verdad por mis propias palabras y no la de otros. No te estuve engañando con Gregorio, nunca hubiera cometido adulterio con el único ser que he amado en toda mi vida. Sí, Gregorio y yo mantuvimos una relación inestable por medio de cartas, fue antes de conocerte a tí, primero eran cartas de amor y luego se fue tornando a cartas de amigos porque Gregorio se enamoró de una muchacha llamada Susy, la cual es amiga de Susana, ¿ahora comprendes?”. Eduardo queda frío con la aclaración de la situación y se sienta en el banco apenado y conmovido con lo que Sara le contó al respecto de aquella situación en la cual se divorció sin saber la verdad. Eduardo se acerca a Sara, la mira fijamente en los ojos y le dice, “te amo, lamento mucho de haber dudado de tí, sé que me amas como yo te amo, ¿te quieres casar conmigo nuevamente?”. Sara llora en los hombros de su ex-esposo y le dice, “sí, porque te amo”. Los dos caminan juntos por el jardín, las flores sienten el amor y deslumbran con toda su belleza y frescura dejando a su paso un olor fascinante.
Susana y Pedro, ya instalados en la Casona, se preparan para los preparativos de la boda civil entre Eduardo y Sara. Susy está conociendo a su nuevo amor llamado Manuel, pero la relación está comenzando y no vá por buen camino. Mientras que Juan junto a su amigo inseparable Timoteo hacen adornos para festividad en la Casona. La Casona está de fiesta, y se viste del más lindo color para una boda, de color “burgundy” y crema. Las mesas adornadas con flores naturales en el centro y Sara nerviosa porque el tiempo apremia. Eduardo trabaja con las bebidas que serán motivo de brindis por los novios . Todos en la Casona están contentos y felices porque están más unidos con su fuerza de hermandad y solidaridad por la situación que los lleva por el camino de la riqueza en cuestión de felicidad. Ya es hora de celebrar la esperada boda por todos en la Casona, no será como la primera boda entre Eduardo y Sara ya que esa unión quedó en divorcio, ésta será para toda la vida hasta que el destino y Dios los separe por ley de vida que es la muerte. Ya se preparan, todos vestidos con sus mejores vestiduras y galas para consumir el santo matrimonio entre Eduardo y Sara. Susana llora de la emoción en los brazos de su amado Pedro, mientras que Sara y Eduardo se dan el sí, al consagrar su unión en santo matrimonio y los testigos firman el libro donde la historia de los casados permanecen allí intactos. Se consume el matrimonio y todos celebran la fiesta de los novios como sí fueran dos adolescentes que se casan por primera vez.
Susana y Pedro comienzan su vida de casados normal y de color rosa como dicen. Pedro está contento con la elección que hizo al escoger como mujer y esposa a Susana. Susana, feliz porque llega la cigüeña para el próximo año y está pautado el parto para abril. Susana sabe que será un varón porque su percepción se lo dice y también le dice que no tendrá una vida fácil al lado de su esposo Pedro. Susana, siente a su pesar, la vida tan fuerte que le tocó vivir después de la muerte de Doña Petra. Susana concluyó sus estudios en la “high”, pero no comenzó estudios post-grado, vive en la Casona y hace todo como una ama de casa, mientras que Pedro es el que trabaja y trae el sustento a la Casona. En la espera de su primer hijo, el cual es un parto de alto riesgo porque tiene complicaciones la salud de la madre, Susana descansa en su dormitorio.Pedro llega de trabajar, fue un día muy difícil para él, pero llega a la Casona y vé a su mujer y su humor vuelve a ser feliz. Susana sabe complacer a Pedro para que el ánimo vuelva a ser el mismo de siempre sin preocupaciones ni responsabilidades. Susana se encuentra en su quinto mes de embarazo, está débil pero bien de salud. Susana y Pedro desean que su retoño venga al mundo saludable y en buen estado, ellos procuran que Susana tenga un descanso formidable. Pedro, es un hombre de negocios, es eficaz en el trabajo y ha cambiado mucho para bien, ha madurado la forma de enfrentar y ver la vida desde otra perspectiva. Susana y Pedro desean vivir a plenitud la vida con su hijo que está por nacer y tienen contemplado en construir una residencia en la ciudad, el cual es el sueño de Pedro desde muy joven. Susana y Sara se encargan de preparar los preparativos para la llegada del niño a la Casona en la habitación contigua a la de ellos. Sara, tiene experiencia en cuidar niños, ya que la niña de ella y Eduardo tiene un año y tres meses de edad y le ha indicado a Susana de todos los detalles de como cuidar y criar a un hijo. Susana y Sara se encuentran arreglando la habitación y conversan de como son tan felices al lado de éstos maravillosos hombres. Pedro y Eduardo están en el jardín y al igual dialogan sobre como la felicidad existe y qué contentos están al lado de éstas grandes mujeres, mientras que recogen algunas hojas del suelo por motivo del otoño como lo hacía Doña Petra.
Juan tiene novia y su nombre es Evana. Evana es una chica tímida y de buen corazón, posee sentimientos de dulzura y es muy condescendiente con los demás. Juan la conoció en una verbena de la iglesia que él frecuenta. La chica canta en el coro y es del agrado de todos porque tiene una voz muy melodiosa. La relación entre ambos comenzó desde hace algún tiempo como amigos hasta que llegaron a enamorarse. Los muchachos son por todos conocidos en la iglesia y tienen muchas amistades. Juan presenta a la muchacha en la Casona y es de todos el agrado, y la felicidad de Juan se vé brillar por donde quiera él vá. Juan y la joven deciden frecuentar el cine en una salida sorpresiva para disfrutar de su juventud y se encuentran a Timoteo. Timoteo continúa soltero, pero espera alguna vez encontrar a una joven para compartir su dicha y felicidad. Timoteo felicita a su mejor amigo por haber escogido a una muchacha buena para compartir los buenos momentos de la vida. Juan y Evana se dirigen hacia la plaza donde la juventud se dispone a bailar y a disfrutar. Los jóvenes se sientan en una mesa y ordenan la piña colada, la cual es la bebida más pedida por los jóvenes. En el momento, ellos dialogan sobre la situación de la Casona y del coro de la iglesia, donde ella canta. Los dos tomados de la mano, se dirigen hacia la pista a bailar al son de la música caribeña. Mientras que ellos bailan, Juan hace el intento de abrazar y acercar su cuerpo al de ella y en un descuido la besa. Evana acepta el beso, como sí fuera el primero en su vida. Juan la besa tanto, que la desea, la pasión viene de flor en flor, de piel en piel, de beso en beso, ya su cuerpo no siente, sólo recuerda ése beso y lo evoca tanto que quiere poseer el cuerpo de la joven en un instante de locura y de amor. Los dos se admiran uno al otro, Evana siente un impulso de besarlo nuevamente y sentir la ternura y el calor de sus besos. Los dos caminan hacia la mesa, ya pasó la sensación de tenerse uno al otro, pero la excitación continúa ahí, en el calor de ése beso tan mágico y lleno de un sabor tan dulce. Los dos se toman de la mano y caminan hacia la Casona.
Es jueves en la madrugada del mes de abril, Susana está de parto, un parto difícil y complicado. Lleva cuatro horas en sala de parto y los doctores no dan esperanza de que la criatura o ella sobreviva. Susana, para éste embarazo se cuidó tanto, procuró alimentarse muy saludablemente y seguir las recomendaciones médicas, pero es la salud de ella que se tornó anémica, tal vez, dice el médico de cabecera, que le tengan que practicar una transfusión sanguínea. El doctor sale de la sala de parto y expresa que todo fue un éxito, se le practicó una cesárea y los dos, tanto ella como el niño se encuentran en buen estado de salud y en unos días le da el alta. El bebé, fue un varón muy robusto y saludable. Todos están contentos con la llegada de éste nuevo miembro a la familia de la Casona. Pasan días, Susana y el bebé se encuentran en la Casona con los mismos cuidados que tenía Doña Petra. Susana se siente dichosa y feliz por haber alumbrado la vida, una vida que será muy provechosa para la sociedad, una vida que será la alegría de sus padres, una vida que servirá y honrará el bien, una vida llena de vida que será del agrado y felicidad de todos en la Casona.
Pedro se siente el padre más orgulloso del pueblo, regala tabacos más cercanos en símbolo de que su hijo nació saludable, a pesar de las complicaciones de Susana. Pedro y Susana desean ser los mejores padres con esa criatura que está por criar en el seno y el calor de la Casona. Mientras que Eduardo y Sara, recuerdan cuando nació su primogénita y hacen alarde de las travesuras que ha hecho la niña en los últimos días. Juan junto a Evana, dicen que desean muchos hijos, pero no por el momento.
Tomás y Luisa con su hijo de tres meses en brazos van de visita a la Casona. Tomás se ha convertido en un hombre de negocios al trabajar como economista de una empresa distinguida en la zona más prestigiosa del pueblo. Tomás y Luisa le desean lo mejor en la vida de padres a Susana y a Pedro y le advierten que no es fácil criar a un hijo en ésta sociedad donde existe tanta maldad ajena. Susana contenta porque la visitó su ex-discípulo y está muy orgullosa del hombre de bien que se ha forjado, se prepara para darle el pecho a su hijo recién nacido. Susana y Pedro tienen decidido en mudarse a la ciudad en seis años, porque dice Pedro, “en la ciudad hay más estabilidad económica y muchos colegios que escoger para la educación de nuestro hijo para que se crie con las mismas costumbres y tradiciones que su padre”. Susana lo secunda y acepta mudarse para la ciudad en ese término de tiempo. Susana y Pedro desean concebir más hijos, por lo menos dos más. Susana observa tiernamente a su hijo en brazos y dice que se parecerá a su padre. Pedro lo toma entre sus brazos fuertes y le dá un beso en señal de que lo ama, como ama a su madre.
Es verano y el hijo de Susana y Pedro tiene tres años. En estos años pasados, la unión, el amor y la comprensión han sido lo primordial en la Casona. Los dos han experimentado el deseo y la pasión en todo su apogeo y quieren continuar con la investigación de éste gran amor. Susana, ha madurado lo suficiente por vivir una vida a temprana edad con tantas obligaciones y desea seguir ganando experiencia hasta convertirse en una mujer con un temple fuerte y seguro de sí misma. Mientras que, Pedro, es el hombre que hace feliz a Susana con su ternura, paciencia y comprensión, los dos han forjado un futuro brillante y suspicaz al deleitarse en el diálogo y en el entendimiento. La crianza del niño se basa en las costumbres y buenos valores que le inculca su padre desde que nació, enseñándole a valorar lo poco que se tiene y al poseer modales de comportamiento al compartir lo que se tiene. Susana, piensa en Andrés cuando tuvo aquél sueño de que lo primordial sería el sexo, la pasión, el amor y luego los hijos vendrían a ser lo primero en una relación, y piensa que es verdad, nadie sabe lo que se sufre por un hijo hasta que lo tiene. Susana y Pedro saben a ciencia cierta que el futuro será cuesta arriba, pero están preparados para soportar cualquier desavenencia del destino y para ello tendrán de aliado la experiencia que han adquirido con el tiempo. El futuro de la familia de la Casona se vé reflejado en una vida instalada en la ciudad, viviendo en conjunto y en armonía al buscar la paz y la dicha en un lugar cercano a la libertad y a la prosperidad tanto a nivel económico como en educación. El futuro de la familia se vé dichoso y rico en abundancia, por el simple hecho de ser merecedores de la felicidad a granel por tener uno de los amores más fecundos y duradero de todo una existencia. El futuro de Susana y Pedro se perfila en la ciudad como próspero y venturoso al continuar acrecentando ese amor como vital de una vida juntos en pareja. El futuro de la pareja se pulimenta en ser los candidatos perfectos al tener una unión real y verdadera para satisfacer el gusto de los dos.
A su vez, Sara y Eduardo con su hija de cuatro años y tres meses de edad. La familia de la Casona entre Sara y Eduardo se ha mantenido en la buena comunicación sin ocultar nada y favoreciendo el amor tan grande que se tiene uno al otro. Entre Sara y Eduardo la relación de ambos ha ido cambiando por el bien de ambos, contando con el apoyo de Susana y Pedro y se han unido más por el amor que se profesan y por el amor de la hija de los dos.Sara y Eduardo desean formalizar su unión y su amor y se han mudado a una pequeña residencia casi contigua a la Casona, allí, sí que son eternamente felices con la ayuda de Dios y de los ángeles que guardan y protegen ese amor de ambos que a pesar de las vicisitudes supieron vencer hasta el final y salir airosos y victoriosos, para cumplir con el mandato de Dios de amarnos unos a los otros. Allí, están dichosos y contentos por la segunda criatura que está próxima a llegar a sus vidas, mientras que cuidan y velan por la otra niña con el mismo amor que le brindarán a éste por nacer. Allí, mientras que continúa la espera del recién nacido, todos celebran al compás de lo tradicional en la Casona, hacer una cena y un brindis por la espera llegada de la criatura como lo hacía Doña Petra. Allí, en esa pequeña residencia se porfía un amor de los que nunca se llega a acabar porque continúa en la búsqueda de nuevas parejas para volver a comenzar a sentir el éxtasis y la pasión en un nuevo y otro ser.
Por lo tanto, Susy comienza a conocer a Manuel, pero no le agrada en lo absoluto al comenzar otra relación, porque continúa enamorada de Gregorio y se vá a la ciudad junto a su familia. Gregorio está en la ciudad para continuar una vida solo y sin compañía. Gregorio en su máximo esplendor de la juventud desea una mujer como Susy, pero que posea madurez y experiencia en el amor, a que no se deje llevar por las malas influencias al no escuchar o pedir explicación de los hechos acontecidos. Mientras que Susy, vive una vida amarga al lado de su familia en la ciudad y lleva meses sin salir de su casa, desea reencontrarse con Gregorio y volver a sentir esa sensación al jugar con el amor nuevamente. Susy quiere volver al lado de su amado Gregorio y sale en busca de obtener esa complacencia que solo el amor dá y se reencuentran precisamente en la misma tienda que por vez primera sintieron el amor en las miradas del uno al otro. En ese mismo fuego que les quemó el alma, desean unir sus vidas para siempre y perdonar toda duda que haya entre ambos. Susy y Gregorio contraen nupcias en la iglesia de la ciudad con muy pocos invitados, pero reinando el amor tan fervoroso y ardiente que sienten los dos. Así, en esa iglesia hacen el pacto del amor, amarse hasta que la muerte los separe y aún así ese amor bendecirá y vivirá para que otras parejas prueben el sabor al compartir ese amor entre dos o más personas.
Juan decide convivir con Evana en su apartamento. Juan ha madurado lo suficiente como para formalizar una familia con las responsabilidades que tiene la vida. Evana por su parte está de acuerdo en esa unión y en esa formalización para el bien de ellos y que pronto pueden ser tres o más en ese apartamento. Juan continúa su vida normal y desea que Evana tenga una vida próspera en salud, amor y economía basado en comprensión mutua. Juan continúa su amistad con su amigo Timoteo y éste se vé desolado y sin un futuro cierto al no madurar y corresponder a la vida con responsabilidad y sensatez al enfrentar los altibajos que nos induce la vida en nuestro camino. Juan lo ayuda en entrar cabeza a las situaciones, pero éste se niega a ser responsable de las mismas. Juan y Evana deciden, en vez de estudiar una carrera se marchan a entrar al mundo laborioso para poder mantenerse y salir hacia delante por ellos mismos.
Es sábado en el mes de junio y el hijo de Susana y Pedro ya tiene seis años. Es un atardecer hermoso donde brillan y florecen las más hermosas flores en la Casona. Susana y Pedro vuelven a dialogar sobre el asunto de mudarse y marcharse hacia la ciudad cuando su hijo tuviera seis años de edad. Y así, lo hacen se marchan hacia la ciudad y viven una vida plena y dichosa en la ciudad, su economía asciende, la salud a mejorado y la educación del niño comienza en uno de los mejores colegios de la ciudad. La vida de Susana y Pedro se vé marcada en el amor tan intenso que sienten, en la comprensión y el entendimiento para mejor darse uno del otro. Los dos se sienten felices y contentos con tanta dicha y felicidad que no pueden creer que el amor, el amor verdadero, puro y desinteresado sea real y constante al concebir hace seis años ese amor y que continúe así para el resto de la existencia entre ambos. Así, concluye y finaliza éste amor que perdurará para que continúe en otras parejas, acrecentando el amor verdadero y real.
La Casona está desolada y desamparada por los habitantes de ella. es finales de los 90. Juan entra a la Casona. La Casona está deteriorada por los años transcurridos desde que Susana abandonó el hogar. Doña Petra muere a causa del gran dolor que su hija le ocasionó por casarse con Pedro. La Casona está deshecha, los muebles llenos de polvo, mucho polvo por todas partes, telarañas en los cuadros. En el cuarto de Susana, en la pared quedan recuerdos que ella solía colgar en cuadros pequeños y hasta el diario de la muchacha estaba allí, las puertas estaban todas abiertas, raro porque Doña Petra se encargaba de cerrarlas junto a Dorotea. Las caballerizas donde se ubicaban los caballos estaba desierto, el lugar era todo un desastre. Juan continúa en La Casona, observando todo desde una perspectiva de asombro por lo que fue esa Casona para él y Doña Petra. Juan siente unos pasos como si fueran hacia donde él, se dá la vuelta y encuentra a su fiel y leal amigo de la adolescencia Timoteo. Los dos se confunden en un abrazo fraternal, de amigos de tantos años, como si hubieran sido hermanos. Timoteo comienza hablar, mirando las pocas cosas que quedan por allí y le dice a Juan, ¿lo que le ocurrió a La Casona?, A lo que Juan con sentido de angustia y tristeza, baja la mirada y la mueve de un lado a otro, como sintiendo mucha pesadumbre en sus ojos. Los dos se pasean por la Casona recordando por los bellos momentos que pasaron en la Casona y deciden que por Doña Petra, levantar y construir a la Casona exactamente igual que como era antes.
Fin