Cuando las sombras del ocaso
asomen a nuestro huerto,
es que nuestro amor ha muerto
porque lo mató el fracaso.
Y si acaso alguna vez
tu memoria me recuerda,
no permitas que te muerda
el halo de tu altivez.
Vagaremos por la vida
yo con otra, tú con otro,
y voltearemos el rostro
con la mirada perdida.
Dirás tal vez que fui un necio
porque me diste a elegir
una vereda a seguir...
y no quise pagar el precio.
Tu corazón es muy noble
por eso quizá no entiendo
cómo es que fuiste metiendo
la daga con saña innoble.
En fin, se acerca la noche
y con ella un negro manto,
no podré secar tu llanto
ni escucharás mi reproche.