Si no creo en lo que vivo,
ni vivo en lo que creo,
soy como un madero,
a merced del sin sentido de lo perecedero.
Si no sustento aquello que hago,
por la fuerza inconmensurable
de lo que siento,
me vacío por dentro
y me busco y no me encuentro.
Si me apago en la superficialidad,
del que camina entre destellos
me pierdo la esencia de aquella lucha,
la lucha del que construye puentes,
tiende manos
y abraza heridas.
Si no creo en lo que vivo,
ni vivo en lo que creo
¿para qué vivo?