A. Martinez

Tú eres tú.



No se desgasta el color
que me dejaste en la boca,
no cambia con el tiempo,
impercedero,
me acompaña por las avenidas,
bajo la luz de los faroles,
y hasta cuando
me empapa el agua.

 

Tú eres tú,
y eres tus hombros
redondos,
listos,
mostando el camino a tu cuello,
la ruta hasta la boca,
o la cascada ritual hasta los senos,
con sus cumbres de terciopelo.



Tú eres tú,
y eres tus ojos,
negros santuarios que besan;
memoria de lo que no se olvida.

 

Tú eres tú,
devolvíendome entera
la semilla diurna de tu voz.

 

 

Eduardo A. Bello Martinez
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