Tu alcoba sola;
vacía y rota.
La tela rasgada;
caída en el suelo, como caída en batalla.
La ventana reventada;
los cristales rotos reflejando más de mil partes de uno mismo.
La puerta mugrienta y el pomo caído;
astillas que se clavan en la piel de dentro.
Techo sin tejas;
la luz entra desafiando a los párpados,
pidiéndoles batalla por haber sucumbido al abandono, la derrota.
Las nubes se desparraman con desparpajo;
el agua se cuela hasta el suelo y lo inunda todo,
hasta la mirada: la contagia.
Estas gotas no las lloran mis ojos, ni las nubes;
las llora mi alma.