¡Pobre de mí amada mía!
Dejas correr mi sangre
en el río del olvido
sin cobijo ni luz,
rodeado de dolor
en un silencio atroz.
Bebe está sangre, ángel,
prueba tu creación,
siente los dolores de mi alma,
vive mi espíritu en tu lengua.
¡Pobre de mí amada mía!
Recorre mis penas degolladas.
Nunca fui ángel digno de tus lágrimas.
Caí sin corazón en tu rezago,
caí a un sitio donde me dejaste cantando
canciones al llanto de mi alma.