Andar, ha consistido siempre en un valor ciego, cerril, casi inhumano, ha sido darle la mano a ese miedo que no me deja y llevarlo conmigo a cuestas pues ésta intermitente felicidad no lo vence, ¡no lo hará nunca!, sus fuerzas son desproporcionales, entonces no hay remedio lo llevas contigo o te hundes en él y hundirse no estaría mal, cuando ya nada afuera importe, mientras tanto hago treguas con la angustia, todavía me importa lo irreparable.
Andar me ha dejado un vacío constante en las manos, como si se hiciese agua la vida y se fugara por cualquier rendija de este andar atropellado, todo se diluye y va cayendo, nada queda al final, no seas iluso no tienes nada, te das cuenta de que no tienes nada cuando te detienes y de frente está el miedo implacable mirándote, entonces no tienes nada.
No hay futuro, no te creas la mentira del mañana, es hoy, un hoy ineludible, es sólo hoy y eso exige que saques de tus entrañas la bestialidad del instinto, sobrevives por instinto no por amor.
Alguna noche me dijeron ¡huye!, yo en cambio me agarré fuerte de lo que había disponible para seguir, huye, no esperes a que todo caiga pero yo hice malabares con los escombros que no eran míos, huye, la voluntad tiene un punto de quiebre irreversible y me quede para ver desplomarse cualquier voluntad, sin saber que la que estaba cayendo era la mía, así he andado con un valor ciego, cerril casi inhumano.