No es bueno darme cuenta de que no quiero otros besos que no sean los suyos, que no quiero escuchar una voz que no sea la suya, ni observar una mirada o una sonrisa que no sea la suya, ni mucho menos sentir un abrazo que no me dé ella.
Y lo peor de todo es que ya no son míos... Nada de ella es mío, pero cada centímetro de mí, toda mi jodida alma y todos los pedacitos de mi corazón no tienen otra dueña que no sea ella...