EN EL ARISTA DE MI PENSAMIENTO
Fueron muchas las noches
en que me perdí en el embrujo de su piel,
bebiendo de sus besos el almíbar
y quedar embriagada de su aliento
tan candente, tan sediento.
Ya no quiero sentir que mi piel
se eriza al recordar sus caricias...
Quiero que venga una ráfaga de brisa
y se lleve todos sus recuerdos,
qué de ellos, no queden ni las cenizas...
que se lleve también el eco
de su estruendosa carcajada,
qué de ella no quede nada
y en el arista de mi pensamiento,
no quede tan sólo un sentimiento,
ni el recuerdo recalcitrante en mi mente,
de que un día lo amé enloquecidamente,
como la más perturbada de las dementes.
Felina