DEMÓDOCO

AMOR PROHIBIDO AMPARADO POR LA «AUTONOMÍA UNIVERSITARIA»

 

[Narraciones de Claustro Universitario y Extramuros Académicos]

Por Alberto JIMÉNEZ URE

Yo ocupaba un cubículo con aire acondicionado, nevera portátil y «audifonovocal» abierto hasta para llamadas internacionales. Situado en una edificación pequeña, a pocas cuadras del Rectorado de la Universidad de Los Andes.

No era frecuente que mi teléfono sonara durante las mañanas, pero aquella [inolvidable] sonó fortísimo y lo levanté fastidiado porque analizaba un libro sobre Metodología de la Investigación:

-¿Albert, estás ahí? –me interrogó Don Pedro Rincón Gutiérrez y advertí inusual severidad en el tono de su voz-. ¿Sabes quién te llama?

-El «Rector Magnífico» –rápido, respondí.

-Simplemente «Perucho» –corrigió-. Envié mi chofer a buscarte, debes venir a mi despacho de inmediato [] Espero estés disponible para mí, es urgentísimo que acudas a mi despacho []

-Me preocupas, Jefe [] ¿Publiqué algún texto polémico?

-No puedo contarte telefónicamente.

Se incomunicó en el instante cuando una de las oficinistas del área tocó mi puerta y, de inmediato, abrió para informarme que el chofer del Rector me esperaba afuera. Admito la situación me produjo escozor.

Salí con el libro del metodólogo que leía. Muy nervioso, el conductor asignado murmuró me apurara:

-¿Qué ha sucedido al Rector? –le pregunté.

No me respondió y aceleró la máquina de rodamiento. En apenas diez minutos, se detuvo frente al Edificio Central: bajé del vehículo e ingresé de prisa. Subí las escaleras con mis piernas temblorosas. En el umbral de la Oficina Rectoral vi, muy asustado, a mi fraterno amigo y filósofo argentino Alberto Garrido [«Lugarteniente» de la máxima autoridad académica] Me abrazó y condujo hacia donde estaba Rincón Gutiérrez, con un vaso de whisky. Tenía dos botellas de Heroica «18 Años» encima de su escritorio, la hielera llena y sodas enlatadas. Nos sirvió tragos. Bebí rápido e intranquilo.

-La Policía Técnica Judicial [PTJ] tiene órden de captura para Garrido –finalmente, confidenció el Rector-. Sólo tú puedes salvarlo del presidio. Ellos no podrán apresarlo mientras permanezca en el interior de cualquier recinto académico. La «Autonomía Universitaria» se los impide, conforme al Manifiesto de Córdoba y nuestra Constitución Nacional. Hay tres patrullas esperando que salga: frente al edificio, en el acceso de la Facultad de Odontología y área para estacionamiento. Nuestro amigo fue penalmente acusado de seducir y violar una chica menor de edad, de sólo 15 años, que es su novia. La acusación fue formulada por su madre británica, dueña de varias cabañas destinadas para turistas en el Sector «La Pedregosa Alta» []

-¿Anrriet, la madre de Bianca está furiosa? –interrogué.

-¿Las conoces? –mostró sorpresa la autoridad universitaria.

-Mi tocayo Albert ha cenado conmigo y Bianca varias veces, Perucho –esclareció Garrido-. También conoce a su madre Anrriet.

-No sabía que es menor de edad –interrumpí al «Lugarteniente»-. Luce mayor de 18 años [] ¿Cuál es el plan que podría liberarte de tan lamentable situación?

-Declara en la PTJ que fuiste quien embarazó a Bianca –retomó su discurso el Rector-. La joven lo confirmará ante la Fiscalía del Ministerio Público. No estás casado, te obligarán hacerlo con ella. No te criminarán. Garrillo tiene esposa en Buenos Aires, lo sabe Anrriet. Por ello procedió denunciarlo.

Sentí que toda la sangre de mi Ser Físico subía hacia mi cabeza. Pedí a Perucho otro whisky, para amortiguar el impacto que me produjo ese petitorio.

-No te preocupes, Albert –prosiguió Rincón Gutiérrez-. Luego del casamiento, te daré un permiso oficial para que vayas a Barquisimeto con ella. Al cabo de tres meses, ambos introducirán la separación de cuerpos y bienes.  En el curso de dos años estarán divorciados. La chica se quedará en el apartamento de una profesora amiga, jubilada de nuestra institución, el tiempo que sea necesario. Y tú donde elijas. Permanecerás allá aproximadamente dos meses, y retomarás a tus labores. ¿Qué decides? ¿Ayudarás a Garrido?

-¡Lo haré, Rector, ¡salvémoslo!

Marché del lugar y fui hacia uno de los chalets propiedad de la universidad, donde vivía con una estudiante a quien narré lo ocurrido. Mi amada enfadó, claro.

-¡No me has pedido matrimonio, pero si te casarás con una desconocida para salvar a un tipo, insólito! –me reprochaba, persistentemente-. Si no me dices, en este momento, que aplazarás esa terrible decisión, me iré de este lugar []

-Es tu derecho, preciosa. Pero, no permitiré que mi amigo sea encarcelado.

-Cometió un delito grave.

-Amar no lo es.

-Sedujo y violó.

-También te seduje, pero no te violé.

-Ese amor es distinto, prohibido: el nuestro no.

-Lo es por aparecer en un Código Penal, cierto, pero [] El amor consensual no debería ser ciminado, aun cuando haya una menor de edad involucrada. Fusionas tu cuerpo a otro igual maduro. Bianca es una mujer hermosa.

-Prepararé mi maleta. Me iré esta noche, no toleraré vivir con una persona infiel.

-Será simulación, no la tocaré. No se trata de infidelidad.

Mi compañera cumplió su amenaza y no dormí la noche de ese día. Al amanecer escuché una potente voz femenina llamarme desde la calle, con acento extranjero.

-«¡Sal de ahí, Albert: soy Arriet, la madre de Bianca! –gritaba la británica-. No estoy disgustada contigo. Necesito hablarte. Come outside»

Fui a su encuentro y la invité pasar. Mientras le preparaba un espumoso café con leche, ella sonreía diciéndome que «nunca había conocido alguien parecido a mí»

-Te inculparás de haber seducido y violado  a mi hija para salvar un amigo, increíble, Albert []

-No fue «seducción»-«violación», sólo enamoramiento –la refuté-. Garrido y tu bebita quinceañera son novios.

-Vine a decirte que no te cases con mi hija, it\'s stupid. Retiraré la denuncia cuando abran las oficinas de la Fiscalía. Dile a tu amigo que viaje a su país, se divorcie y regrese para casarse con Bianca. Me habría gustado tenerte como yerno y no a «Garrapata Sádica» Jamás, te juro, había conocido alguien capaz de aceptar ser crucificado por otra persona.

-No es crucifixión, sino hermandad.

Tomamos el café capuchino y salimos simultáneamente. Ella fue hacia donde anunció y yo al Rectorado, para darle la buena noticia al Rector y su «Lugarteniente». Cuando estuve en el área frontal, me acerqué a la patrulla de la PTJ y le entregué una cajita al soñoliento funcionario.

-Puedes ir a dormir, detective –inferí-: llévate eso a fundición. No fue necesario hiciese lo previsto. Vete, nunca hablamos [] No existo.