Murmuraban silencios
los altos olmos
que la brisa mecía
junto al arroyo
desgarrando los cielos
como cuchillos
que la tarde afilaba
con gris hechizo.
Un concejo de grajos
deliberaba
amparado en las sombras
de la enramada
y los grillos cantores
hacían coro
a la pálida luna
que despertaba.
¡Cuantas frías nostalgias
se columpiaban
desnudando recuerdos
entre sus ramas !
como frutas prohibidas
de un paraíso
que renace en el tiempo
seco y marchito.