Lucia Rodriguez Lopez

IV. Virtud endémica

No soporto la atracción ejercida

por la llama humeante

que viene a dejar en mí

su soleada piel oculta

persiguiéndome los huesos

con actitud centelleante y famélica.

La boca se mantiene en su tórrida

estrella de horizontes

mientras penetra la luz en la carne

encendiendo altivamente

las voces muertas en los jardines.

Todas gritan cuando la realidad celeste

acecha su oscura agonía

y yo desisto en enfrentarme

a la maravilla firme que precisan

sus ojos de eterna efigie.

Veo palabras mordiendo

la intimidad de los balcones

en labios que pretenden

ser espíritus vivaces

como la persistencia del aire

afirmando el fervor del día.

Escondida tras la ventana la sed,

aguardo la espina de mi sufrimiento

y de esta gloria enajenada.

 

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