Veo en esta playa
como las olas
nos hacen ver tan frágiles
miserables
mortales como una voluta de humo.
Las olas
son algo así como pelícanos sobrevolando el océano;
al acecho de una posible presa.
Nosotros
nos miramos como peces
husmeadores de la orilla
y engullidos terminamos
por su flecha imprevisible.
Las olas
cuando se desafían
pocas veces nos conceden el perdón
y saben convertirnos en ruletas
que se flagelan con la arena.
Las olas
no saben de odio
mucho menos de rencores
solo han sido configuradas como indómitas
y parecen también no tener memoria.
Yo no envidio a las olas
pero a veces quisiera tener su memoria
otras veces no.