ger_art

Sale de noche y no vuelve

Dormida y casi rozando las flores a mano alzada,

viaja la vestida en gracia de la eterna noche de enero,

buscando lamer la llama de la vergüenza guardada,

en vasos de lana y cantos de terciopelo en su pecho.

 

A veces baila desnuda enredada en dos carnavales,

cantando piedras y flores a toda boca intocable.

Fuegos, cenizas y olvido son la medida en su seno,

dientes dispares y aliento de fuego tenso y sincero.

 

Regala a los niños ciegos de miedo y llantos violentos,

castiga a los más audaces  lazos que caen de su pelo,

los pisa con tardes frías de olvido seco y sutíl,

y lanza hechizos pintados con arrogancia a los vientos.

 

En cada tarde muere de ardores tristes hinchados,

envueltos en trigo y sal por si vienen a buscarla;

descalza viaja brillando de risa cruel e insensata,

clavel, deseo y garganta, trueno de piernas malsanas.