Si la belleza quisiera personificarse,
elegiría tu rostro.
Si la riqueza tuviera alguna forma
sin duda sería la de tus ojos.
Si la seducción se manifestara
lo haría por medio de tus labios;
porque aunque pequeños,
en el juego del amor
son los más sabios.
Si ha podido algo perfecto
crear la naturaleza,
no lo dudes más,
eres tú,
princesa.