Hoy estas aguas siempre tuyas
-flexibles láminas de plata-
sobrecogen con su vaivén de insomnio perdurable.
Hoy ese rumor de música cayéndote en los ojos
es monotonía de olas y alientos,
es sal petrificada y fría.
Hoy esa nación sin patria
que fue nido y guarida bienamada,
entrañable refugio y confidente,
es sólo mar donde naufragan tus alas.