Como el agua que sigue
al caudaloso río
en su carrera hacia el mar...
así mi alma te persigue,
no importa que haga frío,
nada me podrá calmar.
Te busco entre los escombros
de mi extraviada mente,
mas ya no aspiro tu esencia...
Se vencieron ya mis hombros,
te busqué inútilmente,
y no di con tu presencia.
Te busco todas las tardes,
las mañanas y las noches,
pero no, tú no apareces...
fuimos un par de cobardes
que matamos con reproches
este amor que no mereces.
Por tus celos infundados
y yo por no detenerte,
mandamos todo al fracaso...
mas ya tiramos los dados,
yo no pude retenerte,
tú te volviste mi ocaso.