No puedo expresarte lo que siento,
o aunque pudiera, no sé si debiera.
Siento tu cariño en mi alma, y temo,
estando mi corazón en tus manos,
ser poco de provecho para tu afecto.
Eres, toda tú, pureza etérea nívea.
con el alma pura como la azucena,
y una bondad desbordante que colma,
y desborda, todas mis leves barreras.
Eres preciosa, mi amor, aunque no lo sepas.
con tu mirada misericordiosa, casi divina,
que es el reflejo de la eterna dulzura niña
que en tí encuentra manantial sereno.
Y yo, demonio perdido en tus aguas,
avergonzado en tu impoluta presencia,
me miro reflejado en tus claras fuentes
y veo opaca, la negrura de mis miserias.
Te amo, y no siento que deba decírtelo.
Te miro, y veo en tí quien debí y no fuí.
Te pienso, y confieso pensarte mucho,
que yo solo sería el velo sombrío, triste,
que acabaría agriándo tu fragante esencia.
Eres preciosa, mi amor, aunque no lo sabrás,
que como observo a la alondra, te veo volar,
fija en mi tu mirada interrogativa y curiosa,
murmuro para mis entrañas, déjala pasar.