Azucena Ibatá Bermudez

Morí en mi sueño y regresé

Me acosté a eso de las 10:00 p. m.
Me sentía agobiada, pues estaba enferma, me dolían los huesos y se me iba hasta el aire.
Mi cuerpo era frágil y desolado; mi energía agotada como el agua.
Cerré mis ojos y me dormí. Desperté en mi sueño y tenía frío..., caminaba por un lugar que desconocía y el miedo me absorbía...
En ese trayecto me encontré con mis hermanas y hablé con ellas.
Pero yo tenía que seguir mi camino y las dejé, hasta que de tanto caminar llegué a un muro pequeño, empecé a escalar pero me sentía muy cansada. Cuando logré subirlo descubrí un solar copado de árboles, flores y tierra muy seca, estaba nublado. Miré al fondo y había una casa abandonada, tenía curiosidad de saber qué había dentro de esa misteriosa edificación ubicada en medio de la nada. Entré y caminé por el pasillo, las habitaciones tenían puertas, abrí una por una y encontré camas modernas con sábanas blancas, buscaba algo pero no lo hallaba, salí rápido antes de que los dueños llegaran y me vieran ahí. Pero me di cuenta que estaba soñando y flotando, como si estuviera muerta. Quería regresar a mi casa y no podía.
Toda la noche navegué en ese mismo lugar sola, y sin encontrar el camino, lo único que debía de hacer era volar, pero me daba miedo...
Al otro día me desperté y miré el reloj, me di cuenta que había dormido doce horas consecutivas.
Casi nunca duermo completamente, escucho cada sonido que ocurre alrededor mío.
Pero, está vez mi cuerpo estaba muerto, mi mente en el sueño y mi alma navegando.

Todos los derechos reservados