Se desnudan rotas nebulosas
como si los himnos de los hombres
las complacieran en su mansedumbre;
!idiotas!, son indomitas y se rebelan
en su huida nada mas salir de la boca.
A donde?. A donde el ruido no altere
su nota en el extravio de su fuga:
al universo de los niños, al ser callado,
al mundo que se desboca en las miradas.
Y de mis ojos caían calladas
una nidada de rocas en desbandada
que en la boca rompian las palabras,
había nacido precipicio;
el silencio era la canción del terraplén.