Se fue el sol con tu secreto
de tierra profanada. . .
Fatigado arrastra tu silencio de madera
por los promontorios hastiados;
pesa tu cruz doliente de doncella despojada
en los brazos candentes
que se alargan y se pierden.
La voz que sueñas emigró temprano.
¿Para quién sembró el labriego
la fruta que en las sombras se consume?