alupego (Ángel L. Pérez)

FLOTAN AIRES DE CAMBIO

 

El frío intenso,
demudó sus rostro.
Pétreo como el granito.
Rudo como el arrojo.
Enjuto como un junco.
Lívido como el espliego.

Todo se difumina,
en la cetrina niebla.
Los pensamientos fluyen,
y al momento se alejan.
Como se van perdiendo,
las ideas repentinas.
Como así se diluyen,
los deseos y antojos.

Pensamientos de plomo.
Como pesadas pesas.
Aplastando las ganas,
de revelarse a ellas.
Sumidas en las dudas,
que aumentan su ceguera.
Entre plomizos aires,
de futuras promesas.

Se quedó como un lirio,
de lechosa apariencia.
Con las flácidas carnes,
sueltas como guedejas.
Con fuerzas imposibles,
batiendo su osamenta.
Las constantes vitales,
se adivinan apenas.

El cobarde se pliega,
como un paraguas viejo.
Con las varillas rotas,
bailando en el cerebro.
Sutiles las palabras,
que parecen saberlo.
Cuando el tiempo pasado,
se queda en el talento.
Cuando vive encogido,
replegado en su ego.

El frío se retira,
da paso a los alientos.
A palabras redondas,
para cambiar los hechos.
A la rosada carne,
de los sanos conceptos.
Al olor de lo auténtico.
Cuando en cada palabra,
su sabor es sincero.
Flotan aires de cambio,
que se ven muy a lo lejos.
A. L.
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