En la arena despierto. Solo.
Otra vez las estrellas
volcadas hacia mí,
desafiantes, como queriendo
alumbrar lo que es suyo
y lo que aún al hombre
no le pertenece.
Mi corazón se ahoga
en un mar de olas
conquistado por piratas
que gritan y lloran
y se retuercen por tus ojos.
Siento que alguien viene
reclamando un alma,
un alma que no haya sobrevivido
a ningun invierno,
un alma sin dueño,
como la mía.