Alguna vez sangró mi corazón
traspasado por un aroma a tierra salvaje, a lejanía
lo que en comienzo fuera fantasía
se convirtió en pasión descontrolada.
Volaban en mi pecho mariposas
estrechos laberintos atravesaba en busca de esa voz,
que en el desierto recitaba sus penas cual plegaria;
bajo la luna rota añejos sueños, oculto en las paredes
de su alma.
Y llego el sol y puso ante sus ojos el camino
dibujando los pasos al oasis,
pero el dolor que vivía en el espejo,
era todo su ayer, su carne y sangre.
Despertó el corazón de sus sueños,
de suspirar, de marchar abrazado a una utopía,
y en medio del delirio acribilló su cielo
con una nube de gasa cubrió el tiempo
y en el crespúsculo, se arrebato la vida.