No hay engaño:
Ayer te vieron radiante,
transparente,
junto al mar que bautizaras con tu idilio.
Entraba en la playa solidaria
con ímpetu de remos
y ebria de bosques y de alturas
en las llamas del amor te consumías.
Ayer te vieron
erguida sobre el tiempo
exuberante, sensitiva,
develando con tus rosadas alas
el dulce misterio de las aguas virginales
(salitre, caracol y pez
temblando en la piel ardiente).
No hay engaño:
El puerto que tú sueñas no ha nacido.