Todos los perros tienen
una mirada expresiva y
antigua, heredera de su
primera experiencia con el
hombre, todos buscan al nacer
un dueño y lo imploran cuando
lo pierden, cuando lo tienen
su máxima ambición es
retenerlo, obedecerlo, comprenderle.
Los perros lloran sin lágrimas,
ríen sin risas y se les va apagando
la vida tan tristemente como a
nosotros, pero recordar siempre
a los primeros perros de la infancia,
eso nos revitalíza.