No hay que decirnos nada cuando hablemos,
si es que hablamos de algo en el silencio.
Al despertar, cuidémonos mutuamente
las espaldas, en dirección opuesta al beso.
Mirémonos lejanos en la misma cama,
que no peligre el amor, tan sólo el sexo.
Si es posible destruyámosla juntos,
te propongo, con cuidado y con empeño.
¿Siempre nos herimos boca a boca,
diente a diente, beso a beso?
Busquemos hoy lo que nos separa
para juntar distancias ya sin vernos,
servir la mesa sin tocarnos,
tender la cama sin cogernos,
tomar el té ya sin resabios,
asir la vida sin infiernos...
¿Woody Allen dijo aquello
de que el amor cría tensiones
que son aliviadas por el sexo?
Odiémonos muy francamente,
con lealtad, amor odiémonos
sin agredirnos ni alterarnos.
Ante la asfixia respiremos,
abramos surcos en el aire
porfiadamente un breve tiempo.
No hay relojes, no hay certezas
pero imperioso es el momento
de toparnos sin roces,
desvestirnos sin pleitos
y !caramba!, a no de ser de oto modo,
es mejor que acabemos...
Que el amor se sirva del olvido.
Que el odio agote su veneno.