Odio cuando no dices nada, tu maldito silencio me acribilla.
Odio tu descuido, que no veas lo más obvio, que solo a tus putas cosas le des importancia.
Odio cuando intentas algo solo para que yo también lo intente, haces que haga todo lo que se te venga en gana.
Odio que siempre sea yo el equivocado, el que va muy rápido, y el que según tú putrefacta conciencia, “no sabe esperar”.
Odio que nunca puedas, más aún, que mientas sobre eso, que evadas, y luego reclames la frialdad de la evasión.
Odio tus palabras de mierda, eso de que me admiras y amas lo que hago, cuando al parecer nunca es suficiente, es sin duda, lo que más aborrezco en ésta desgraciada vida.
Odio una y mil cosas, pero la más significativa es que no te puedo dejar de amar, eso me destroza por dentro, porque sé que te odio, y que aún así mi estúpido corazón, sigue con el “sí la quiero” que tanto me mata.