Encuentro en su estampa
el remedio para desgarrar a la tiniebla
y el poder de mil soles contra la penumbra.
Hay en su mirada
un destello metafísico
una ruta de escape
para tanta vorágine y desasosiego.
De sus labios emana una corriente de esperanza
una catarata de sustancia
que sin palparla aún
¡ya me hace sentir más vivo!
Mirarte es abrir el grifo
de donde brota un caudal perpetuo de ternura
y me es posible pensar
que la pócima para la rutina y el agobio
nunca ha sido mentira.
No sabía que el caos
era algo así como una ostra
escondiendo
muy en el fondo
a un milagro.