Cuando comencé a darle forma a mis sueños
con pasión imaginaba y luego los pintaba
en un lienzo que tímida ocultaba
Temía no poseer suficiente talento.
Pero... si veía una hoja en blanco
mis pinceles se entusiasmaban.
En mi corazón mil melodías sonaban
porque la vida fluía cuando pintaba.
Los azules; rojos; amarillos y naranjas
libres se mezclaban junto a mis anhelos
que entre latidos melodiosos se conjugaban
y se animaban a colorear lo que se daba.
Así habló mi juventud lejana.
A muchos mis obras le agradaban;
fue cuando me llevaron a que me enseñaran
Solo hallé una voz autorizada que negó mi talento.
Los efluvios de entusiasmo se esfumaron
mi alma triste, ya no se expresaba.
Los sueños asustados se volaron a otro lado
y ya nunca más mis pinceles pintaron.