Ahora, que es como un día cualquiera. Una ceniza acostumbrada en lo doliente de su quemar. Ahora, que vuelvo entre vapores de alcohol y añoranzas que no tienen valor pues no soy capaz de localizarlas. Que recorro besos que no hicieron ruido sobre lo estéril de sus intenciones y acabaron como un invierno rápido en las comisuras de mis labios. Ahora que hay disparos en las mitades justas de mis océanos y me separan las aguas que sacuden esta dinastía llamada olvido.
Ahora mujer, me siento en la espiga de mi cosecha y me levanto con intenciones agrícolas preguntándome como será las recolecta de esta intención. Sonidos establecidos en aquellos lugares que no me corresponde labrar.
Ahora mujer que en la distancia siento tu sexo como una fatigada intención. Ahora, que he visto las sombras de tus océanos cruzándose en clara intención y despertaste en mí primarias consecuencias. Que tengo un giro terrible donde la humedad de mis labios quisieran cruzarse con los tuyos para que la sal de tu cuerpo ocupe esta guitarra que llora más que interpreta.
No hay sonidos y sí hay tactos soñando con tu piel. Todo es silencio menos el ruido profundo del gemido que como espuma golpea la flor que late en la entrega de dos vientos que querían conocerse. Hay latitudes amargas. Nortes golpeados. Palomas que se suben a la espalda de las intenciones… en cambio sueño contigo. Siento que soy hombre en cada gemido donde tú me aceptas. Tengo la impronta de tu piel mordiendo las orillas de esta fuente que se confiesa sin mencionar el origen de sus aguas.
Soy mago y pluma abatida; canto en medio de lo imposible y mis verbos, locos, corren rio abajo interpretando la oscuridad de los ciegos y el tacto de los apartados en las mañanas donde el sueño es tardío y la realidad terca y cierta. Me muerdo los días, los minutos y todos aquellos tiempos en donde las claras intenciones se mezclan con el deseo imperioso de tenerte.
Habrá una salmuera que deje un sabor como monedas de cambio. Cuando estos ojos de sueños moribundos te miren… mira para otro sitio… para otro lugar. Así entenderé cual es el mío y en donde dejé la intención de amarte.
Despacio me iré sobre la tierra ancha que se duerme después de la lluvia haciendo barro de los recuerdos. Pisando besos y sueños; intentando recordar en que hueco de tu vida tenía yo la fuente mineral de mis campanas. De donde recogí el fundición que haría estos sonidos.