Una nota se acercaba,
buscando un oído inquieto.
En la bruma de la aurora,
se aproxima con respeto.
Vibra la nota en el tiempo,
seduciendo lo que roza.
Mientras las fibras del cuerpo,
esperando hacen piruetas.
La melodía te empapa,
como un chaparrón de sueños.
Cada gota una caricia,
en cada poro del cuerpo.
Torrente de sensaciones,
que van anulando el ego.
Una brisa de sonatas,
como aleteo de gaviotas.
Despiertan las emociones,
dormidas dentro del gueto.
Sueña la noche que es día,
al despertarse del sueño.
Con las notas derramadas,
de su mágico instrumento.
Se pintarán de deseos,
con virtuosos arabescos.
Y en la noche hecha de día,
cuando brille el intelecto.
Se transformarán las sombras,
en espléndidos espejos.
El pentagrama del tiempo.
Hecho de sangre y aliento.
Volcará en las nubes frías,
sus apasionados gestos.
Una tormenta de notas,
al tirano le hará bueno.
Aliviando las migrañas,
de los rendidos cerebros.
Voces de pautas medidas,
con los anhelos del genio.
Ordenadas como lágrimas,
que quisieran ser sonetos.
La melodía sabe a Luna.
De paladares inquietos.
Nace la nota perfecta,
en el interior creciendo.
Como un suspiro que emana,
de los labios más sinceros.
Cristalinos los reflejos,
que rebotan en los versos.
Danzan gráciles las notas,
buscando bellos recuerdos.
En la gigantesca orquesta,
que componen los secretos.
Nota a nota se construye,
la música que habita dentro.
A. L.
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