Habré de mirar tras del espejo
tus iris vacíos de memoriosa pupila
y cada tarde de sol y adobe reconstruirla
con la lejanía del dibujo y tú reflejo.
Antes te encontraba en la vastedad viva.
En el confín de gemelas aristas.
En la verde llanura tú marca de paseo,
en las tardes ausencia de inútiles aldabas.
Sórdido tumulto de bronces vagos.
Palabras de otro tiempo que al rasgar
suenan a complot de cedros crueles sin sonrisa.
Habré de recordar los mitos que dejaste aplastados
en la mesa rectangular que apoyaban tus manos
y lustrar con bonhomía lo superfluo de tus adminículos
o restregar en el jabón con prisa herencia de sábanas
en las gotas de sangre que me legaste en un frío trapo.
Tendré que quebrar los secos coágulos con mis manos
hasta que el dolor exprima su prieta lágrima congelada.
Solo dejaré que el viento sur se evada con tus clavos,
en una enrejada alcatifa cernir tu dolor de golondrina
y un fornido soplo te confine al cajón de mis días olvidados.
De LLUEVE EL VIENTO EN LOS TEJADOS- a publicarse julio 2019 - Ed. PALIBROS - N.YORK - EEUU
Todos los derechos reservados en Safe Creative & Word Press