Escucho el llanto de la noche
llorando el dolor de tu recuerdo,
gime el viento su nostalgia
desgarrando las hojas de tus besos.
Los labios han quedado mudos,
ahogando las palabras
que nunca se dijeron.
Desde mi ventana
veo llorar la noche
reclamando al invierno
el calor de tu sonrisa,
se deshielan las manos
pues se han vuelto secas,
atrapadas en el pasado
que cruelmente se aleja.
El silencio recorre la desnudez de la noche
queriendo beber su melancolía,
han quedado fundidos los dos,
han quedado atrapados por siempre.
Llora la noche tu risa de encanto,
que como ladrón se entromete
en el sueño del mar adormecido
por la quietud del canto de las olas
que lloran tu partida
Llora la noche tu recuerdo,
como llora una madre en busca de su hijo,
la luna mece a la noche entre sus brazos
amándola con ternura
para calmar su agitada respiración,
para besarla en los labios que se secaron
por la ausencia de la risa de magia.
Llora la noche tu ausencia
que ha quedado fija
en las pupilas de los ojos,
por esa luz que siempre iluminó
el sendero de las calles vacías,
porque cada rincón del corazón
reclama la soledad de tu partida
Llora la noche su llanto incontenible,
queriendo atrapar la tersa luz de tu mano,
se escapa la esperanza, se vive el olvido,
se espera un mañana incierto,
se quiebra la voz de la sombra de la noche.
Respira la brisa porque llora la noche.
Es inevitable que llore la noche,
porque extraña la luz.
Y yo sigo vivo… porque lloro tu recuerdo.