Valcarlos

Amar-gura

Cielo y Mar

rompieron su beso,

eterno horizonte.

Quebró la imaginaria divisoria.

El firmamento, añicos,

se precipitó en ebullición transparente.

Implacables lágrimas

inundaron mis recuerdos

y yo, náufrago,

zozobrando en sorda desesperación,

soñé, impotente

que todo fue una mentira,

nuestro amor; farsa infame, pesadilla

que un mal viento

trajo aquella noche de repente

y la arrojó a mis oídos

silbando su veneno de muerte.