Las lágrimas siguen empapando
el papel en el que trazo y ando
escribiendo mis rutas, mi sentir,
mi pasión, el querer, mi latir,
Y mi tristeza germina y sucumbe
de nuevo este corazón cansado.
Pensé haberla sepultado
en lápida y en su instante cementado
pero las pringas de llanto
van empañando hasta el entintado
paréntesis de amor inspirado
a diario, y de frío van congelando
mí ser y no hay cobijo blindado.
Cada vez duele un universo
escribir cada poema, cada verso…
Me siento como un precipicio
que se ve entre los montes tersos
donde en rebote se oyen ecos
de verbos duplicados y con vicio.
Me siento morir, voy muriendo…
Ya no son susurros de suplicio
son aullidos que desgarran lento
mis venas mi alma y mi indicio
¡Quiero escapar, salir corriendo!…
¡Malquerido abatimiento!
¡Méndiga depresión!
¡Abismo desgraciado!
Se adentró con alevosía y sustento
A mis ventanas este día violento,
Y No dejó pasar ni una espiga de sol
Ni brillo que coloreara mi centro
Ni mi paisaje, y ni que abrigara mi juicio
Mis molturas y mi terciopelo yerto.
Hoy no hay vocablos armados
tiernos que escuchar, ni sonados
violines, ni canciones en la radio
ni poesías de calendario …
Oigo, contemplo, ojeo y voy mirando
Y nada, nada me esta completando.
No oigo nada, nada siento..
¡Nada! No se que sucede en mi verso,
en mi ser, en mi aspaviento…
hoy hace frío, hay flagelamiento,
no soy calor ni pasión, ni viento
no hay pálpitos, ni alientos
ni amor, ni corazón, alma menos.
Mi vida se me desangra éste momento,
corren ríos de sufrimiento
con rocas en turbios sedimentos,
y me toca pausar a ver qué depara el tiempo
de mañana y su miramiento
si es que mañana vivo o espabilo.
Mariana Gutiérrez, Agosto 2018