Justicia que de mi mente va hacia a mi anhelo,
Con lentitud de sabia que se esconde en el olvido,
Que por sus venas corre el clamor de peregrinos,
Con derechos que se vuelven pergaminos.
Justicia, el grito del corazón que embarga
La tristeza de los pobres, la insolencia del pedante,
La desmemoria del letrado y un suspiro
Que se lleva el viento.
Justicia de la vida diaria,
Que corre por diferentes instantes,
Que se mueve con los caminantes,
Aunque en sus entrañas
Su contraparte la acompaña.
Justicia que se vuelve divina,
Sin miramientos ni rencores y
Hay noches que se ensombrecen
Y otras tantas veces,
La justicia cual sol reaparece.