En aquella tarde preciosa, falto una flor. Y por eso, hoy te traje una. Tu sonrisa, brillante como la luna, ilumino mi cara y me lente, como antes ninguna.
Gracias por compartir conmigo aquella tarde preciosa. Aunque te tuve cercas y a mi lado, te confieso que mi corazón sintió que tu mente y corazón, de mí se avían alejado.
Te comprendo, por lo cual creo entender tu situación y de antemano felicito al hombre que un día logre conquistar tu corazón.