En un jardín lleno de luz magnética como le gustaba a Don Krilo tener. Se observa el jardín lleno de una transparente luz. Se dice que el jardín es tan precioso como el cielo o como el mágico desierto, pero con flores y luz magnética. Don Krilo, se siente súper feliz. Es un amanecer lleno de luz, translúcidas como la magia, es una alborada llena de silencio y de una paz incontrolable, es una mañana desolada, fuerte, inerte e intensa como nunca antes se había sentido. Entonces es la fuerza de haber entregado la luz como algo tan diferente de ver y observar. Entonces, el silencio se viste de alboroto cuando en un momento la luz magnética hace un destello el jardín de Don Krilo. Hacen destello sus flores con esa luz que adquirió con el tiempo en su jardín. Un cometa de luz hace entrada triunfal en el jardín de Don Krilo, no era su jardín ni sus flores que destellan así. Si no un cometa de luz por debajo de la tierra, hizo que la luz fuera más brillante, más exótica, más exuberante, más delicada, y más que eso era un juego de luces mágicas como el mismo universo. Y fue que su entrega en cuerpo y alma destelló en la misma fuerza de haberse encendido el jardín de Don Krilo. Un joven se acerca al jardín de su abuelo, y se dice que el unísono del jardín perpetró una comitiva de luces mágicas como el reloj que poseía el joven en el mismo instante. Y no era como ningún jardín era un jardín fosforescente y le pertenecía a Don Krilo. Entonces la fuerza terrestre perpetró en su jardín y hubo un desastre natural: un terremoto. Y Don Krilo ni su jardín se salvaron de tal naturaleza, y fue un terrible y terrorífico terremoto. Y dejó todo desolado oscuro, inerte y desolado, y la fosforescencia del jardín nunca volvió a observarse ni con la luz del jardín interna ni externa. Y se tornó denso, oscuro, con nieblas frías y Don Krilo y su nieto más nunca volvieron a ver a otro jardín con la misma luz del jardín fosforescente de Don Krilo.