Santiago Miranda

Hacia mi pálida estrella

 

 

Cruzo mi incertidumbre fundante
Y convoco fugaces canciones
Más hundo estos ojos que abren
El vacío en sus flamígeros interiores
Infinitos reflejos de campos oscuros
Pasatiempo es suyo devorar ya las luces
Pérdidas de sí, estrelladas al olvido
De lo real, el numen como designio sin rumbo
Del absurdo aún no decidido como azaroso
O del sentido aún no asumido como derroche

Cruzo, uno o la noche; lo encaminado a la vía
Frente a sí, contra sí a develarse en múltiples delirios
O signo fortuito del cruce al cual no se ha llegado y venía
Aún o llenado de mensajes e inexistentes caminos
Ceder a la razón: sus cabales temblorosos, interminables
Como uno, contra toda posibilidad de sobrevida
Resiste y busca, como una advertencia la más fina
Llama o desborde de una pulsión que arrebata a la mía
Única advertencia entre la noche que fue y será por siempre
Para darlo todo y darse, incluso para darse y darlo todo